Hoy la vida me hizo un regalo que vino envuelto en una solicitud de fb aceptada. Mi querida maestra de derecho laboral, académica en la Facultad de estudios superiores Aragón, quien fuera posteriormente mi director de tesis, me envió un saludo sólo veinticuatro años después de haber concluido la Universidad. No podía creeeeeeeerlo!!!!.
Debo confesar ahora mientras la magia del teclado sigue haciendo de las suyas, que esa excelente abogada marco mi vida profesional, sin que dejen de acudir a mi memoria, otros rostros, otros nombres, otros apoyos de aquellos jóvenes maestros todos tan comprometidos con su labor; pero Martha en particular hacía de sus clases mi paraíso personal, exacerbaba mi imaginación con cada nota o lectura que nos leía, y ahora que recupero la memoria es porque ella replicaba con nosotros lo que en su día a día recibía, nos contaba que escuchaba a una de sus vecinas tocar el piano y ella imaginaba que las notas musicales volaban de un edificio a otro para entrar por su ventana disfrazadas de notas curvas, notas rectas, notas de colores, unas más inquietas y otras bailarinas, pero todas dispuestas a ser atrapadas por las manos de Martha. Una mañana llegó cargada de papeles, bolsa de mano, recortes de notas periodísticas, acomodo sus objetos personales sobre el escritorio, toda apesadumbrada, enseguida nos empezó a leer sobre el conflicto laboral desatado en una fábrica de caña de azúcar al sur del país, nos describió el proceso de la extracción de la caña de azúcar que después se convertiría en guarapo, desconozco si ella haya adquirido las herramientas para modular su voz, pero tenía una entonación maravillosa que a las siete de la mañana nos mantenía muy despiertos.
Bueno así púes sabedora que no tengo la mejor modulación de voz preparo mi hoja en blanco para escribir mi propia versión de “Guarapo”.
Mientras eres joven todo proceso parece lento y tedioso, lejana la fiesta de cumpleaños, eterna la llegada del verano y con ello el brinco en los charcos y tardes llenas de juego con los vecinos, en ese hermoso tiempo estaba ausente de nuestro vocabulario el concepto de división de clases sociales y para que hacernos tontos si en Nuestro México querido, a pesar de que el Banco de México, actualmente nos coloca en la posición mundial número 15 de los países más ricos del mundo, todo a nuestro alrededor era austeridad, pero no para los niños que esa época no sabíamos de tabletas, teléfonos o computadoras que quién sabe con qué métodos y de que forma la manzana que estaba en el frutero se escabulló para quedar aprisionada entre dos placas metálicas de las ordenadores y teléfonos celulares.
Así púes teníamos dentro la energía suficiente y bastante para empujar avalanchas en medio de encharcamientos de agua profundos, zambullirnos en ellos y sorprendernos con la altura de las olas que alcanzaban aquellas aguas negras, jugar beisbol, coleadas, ollitas, burro tamalero, colocarnos dentro de un tambo que no es otra cosa si no un recipiente metálico de gran tamaño, para estar dispuestos a ser colocados dentro de él, buscar la pendiente más alta y emprender la bajada estrepitosamente, para seguir y seguir jugando basquetbol o lo que fuera, con lo que quedaba de nuestros huesos rotos, zapatos abiertos, cabellos llenos de lodo, todo era magia, total ya sabíamos que jalón de orejas por andar a deshoras de la noche diría mi abuelita, ya lo teníamos ganado, de ahí hasta chanclazo, coscorrón o irse a dormir sin cenar bolillito remojado con té de hojas de naranja.
Los padres al notar nuestra ausencia, tenían la referencia exacta de dónde acudir a buscarnos y por supuesto sabían dónde encontrarnos, el PARAÍSO, nuestro paraíso los parques públicos; ¿Qué pasó?, si trascurrieron nada más cuarenta años, y hoy en el parque público el lugar común es la AUSENCIA DE NIÑOS Y JOVENES dispuestos a rifársela como dice la juventud de hoy, niños con energía dispuestos a explorar el mundo, a apostarlo todo y me refiero a que hace cuarenta años, el concepto de valentía sigue siendo el mismo, armarse de valor para subir por el pasamanos y afrontar las rodillas negras cubiertas de grava, sangre y piel, valor para volar por los aires mientras te asías a unos tubos metálicos que alcanzaban una altura hasta de tres metros de altura, volar por los aires mientras sujetabas o eras sujetado por una fila de niños que volaban en círculo delante de ti.
Hoy me pregunto ¿a que acuden los niños al parque público?, a entretenerse con su teléfono celular al igual que sus madres o padres, no existe comunicación ni contacto visual o verbal entre ellos,
¿a dónde se fue la valentía?, no se dan cuenta que su activo más valioso lo están desperdiciando, que la energía en breve se les escabullirá por las manos igual que la vida, que la juventud y la vida sucede en ellos mismos y no en las aplicaciones de Facebook, Instagram, camba o Twitter, sin embargo hay que reconocer que la tecnología nos han acercado con el mundo, pero el ejercicio que generaciones anteriores hacíamos para analizar, pensar, expresarnos hoy está extinguido, no hemos sabido sacarles provecho a la modernidad, jóvenes transmitiendo en vivo sus fiestas, su aparente felicidad, mujeres que no muestran lo más bello que tienen que es su cerebro y se enfocan en lo baladí, mostrar su vida privada, sus estados de ánimo, el Facebook se ha vuelto el psicólogo, publicista e incluso hasta se a convertido en celestina, esa lucha es la que ahora mismo tenemos que librar, tratar de mover a nuestra niñez y juventud para que al atravesar los procesos de la vida, puedan producir bebidas dulces o amargas, según sea lo que elijan, porque el tiempo es un trabajador impecablemente puntual que checa sin piedad su tarjeta de entrada y salida, mientras nuestra antigüedad en la empresa de la vida nos acerca cada día más a la jubilación.
Siento que la vida es muy parecida a la extracción del guarapo; el proceso inicia cuando la caña es sometida a la compresión de los rodillos o mazas de los molinos del trapiche, que yo comparo con el dardo que se centra en el corazón de la familia, disfrazado de enfermedad o muerte de seres amados, de ese proceso se obtiene invariablemente dos productos, 1.- EXPERIENCIA y 2.-NEGATIVA para aceptar esos eventos, en la molienda de la vida vamos dando traspiés como si fuésemos eternos, como si no importara que vamos a hacer con esa nuestra experiencia mientras ¡tic¡,¡ tac!, tic,¡! tac, el reloj no deja de sonar, no sabemos qué hacer con lo obtenido de ese proceso, ¿tirarlo a la basura?, ¿usarlo como combustible?, leí por ahí que hay dos hermanos bastardos, el pasado y el futuro, estos invariablemente hacen su aparición en nuestro camino para impedirnos disfrutar el presente son los encargados invariablemente de mantenernos inmóviles al frente del televisor o inmóviles frente a nuestro propio reflejo.
Para obtener el guarapo se necesita humedad, proceso de destilado o fermentación, aunado a que la presión de las mazas o rodillas sobre la caña de azúcar, debe ser lo suficientemente fuerte para lograr la extracción del guarapo, el espacio entre esas rodillas o masas, tiene que ser de tal presión que si la falange de algún trabajador se atorara en ella, produciría alaridos de terror, la circulación y velocidad del aire son esenciales, te has preguntado que proceso de decantación en tú vida has atravesado y que has hecho con ello, será que te quedaste observando como el bagazo se acumuló alrededor de tú vida y sólo fuiste un espectador más mientras bebías las cosas amargas que la vida te obsequiaba, cuando tal vez, estabas sentenciado a convertirlo en GUARAPO
Excelente retroceso, me vi corriendo y jugando entre niños en un parque, volando y jugando coleadas!!! Que tiempos aquellos….
El tema me gusta y lo desarrolla con
fluidez, se lee rápido. Es agradable recordar tiempos de la adolescencia, sin responsabilidades, pero no encuentro el enlace de ese tiempo con el proceso de compresión de los rodillos del trapiche y los dardos en el corazón de la familia disfrazados de enfermedad y muerte. Considero se debe buscar enlazar de mejor forma las ideas y los párrafos para hacerlo más coherente.