Fuera de la caja

En reiteradas ocasiones hemos escuchado la expresión: “pensar fuera de la caja”, la cual es una metáfora que significa pensar diferente, de manera no convencional o desde una nueva perspectiva. Se refiere al pensamiento novedoso o creativo, que tiene que ver con ir más allá de los límites visibles, de los supuestos tradicionales que nos dictan que “siempre se ha hecho así”.

La caja representa la cosmovisión de nosotros como personas, es decir las creencias, vivencias y experiencias que poseemos. Son convicciones, opiniones y saberes que están ligadas a nuestra forma de pensar, de actuar y que en un momento determinado limitan la expansión de nuestra conciencia y capacidad creativa a los parámetros con los que ya contamos.

Vivir dentro de la caja, provoca que muchas veces la información que nos llega, no se analice, lo cual conlleva que a menudo malinterpretemos las cosas, esta restricción hace que vivamos ajenos a lo que en realidad ocurre a nuestro alrededor.

La caja nos condiciona a “no ser” todo lo que podríamos “ser”.

Hagamos un alto, y observemos como la mayoría de las veces, es la caja la que da su opinión particular sobre lo que acontece en nuestra periferia, la cual se encuentra delimitada por nuestras creencias que nos llevan actuar de cierta manera; es un entramado de condicionamiento imperceptible, una zona donde no hay un análisis real, sino solo se llevan a cabo una serie de acciones que deciden que hacer y cómo hacerlo.

No olvidemos que nuestra existencia está siempre limitada a un rango específico de realidad que nos envuelve, por tanto, para estar fuera de la caja, hay que identificar y romper los moldes de las barreras que tenemos, para poder ver las cosas desde una perspectiva más amplia y así comprender todo aquello que nos cuesta abarcar.