¡¡FELIPE!!- oí que mi mamá me gritaba desde la casa. ¡“Chin” ya me vio!- Pensé preocupado.
Tiré el palo con el que estaba picando la rana en el patio.
Es que no saben, cuando llueve, atrás de mi casa se hace un charquito, y ahí aparecen unas ranotas todas babosas y que brincan alto, pero a veces no me hacen caso, así que uso un palo para picarlas para que salten alto.
¡¿FELIPE, VEN, DÓNDE ESTÁS?!- Volvió a gritar
Si se entera que andaba picando ranas, me va a regañar, a mi mamá no le gusta que lastime a los animales, pero prometo que no la estaba lastimando, solo las animaba a que brincara.
Salí corriendo antes de que me descubriera.
¡Mamá, te prometo que no estaba lastimando a las ranitas!, le dije cuando llegué a la cocina.
Mamá siempre está en la cocina, me gusta, porque hace comidas bien buenas. Y eso la hace feliz.
Creo que no me creyó lo de la rana, por que puso esa cara como que usa sus ojos de rayos X. Creo que mi mamá tiene súper poderes, siempre sabe cosas. Pero luego se rio así que quien sabe, creo que estoy a salvo.
No amor, no es eso- dijo sonriendo y moviendo la cabeza.
Me gusta ver sonreír a mi mamá.
Necesito que me hagas un favor, -dijo mi mamá seria- Y es muy muy importante, es una misión especial. Como yo no puedo despegarme por ahora de aquí, ¿podrías ayudarme?
¿Misión especial? Woa esto ha de ser muy importante, ¿deberé salvar el mundo? -Pensé
Felipito, mi amor ponme atención, necesito que vayas a la tienda de don grillo a comprar canela.- me dijo mi mamá mirándome fijamente.
¿Eso es todo? Qué aburrido -pensé. Pero luego me acordé que nunca he ido a la tienda. Me empezó a dar hormiguitas en la panza, casi le decía que no, pero es mi primera misión, y debo cumplir.
Ok mamá- dije al fin con un tono serio- yo voy a la tienda, ya tengo siete años esto es pan comido.
Perfecto mi amor, solo es algo muy simple- dijo sonriendo.
Son tres varitas de canela, y dos barras de chocolate Moctezuma- me dijo ladeando la cabeza y abriendo más los ojos mientras subía las cejas casi hasta que tocaran su cabello. Como queriendo que le pusiera mucha atención, pero sus cejas me distraían un poco.
¿Estás seguro te acuerdas qué es, o te lo escribo?- dijo medio cerrando los ojos, como queriendo que le asegurara que si me acordaba, así que eso hice.
No mamá yo me acuerdo. Tres de canela y dos chocolates Moctezuma, fácil.
Y así con dinero en mano salí directo a la tienda de don grillo.
El camino era súper fácil, estaba al final se la subidota de la calle de atrás de la casa. Eso no me preocupaba. Pero lo que si me asustaba era el perrote de la casa naranja de dos pisos.
Ese perro es un perro mutante lo juro. Si paso corriendo seguro no me ve.- me dije a mi mismo.
Me planté al principio de la colina mirando la casa naranja y asomándome de que no estuviera el perro en la puerta y corrí a toda velocidad. Y para mi alivio: ¡¡no estaba!!
Casi llegaba a la tienda, ¡qué bien!, esta era una misión papitas.
Mmmm se me antojaron unas papitas moradas, si me sobra me compro unas- me dije- Al cabo que mi mamá me dio un billete de 50, el cual traigo aquí… en la bolsa… no, está en la otra… espera, lo traía aquí en la mano…
¡Se me cayó!, ¿qué voy a hacer?- Grité para mis adentros.
Mi cabeza empezó a sonar como un zumbido, me picaban los ojos, sentía el corazón en los oídos. Así que hice lo que cualquiera haría: me eché a llorar mientras regresaba a buscar el billete.
Corrí de nuevo colina a bajo, hasta que creo pasé tan rápido que ni me fijé en el perrote, corrí hasta la casa, pero no lo vi.
¿Qué voy a hacer?- me dije desesperado.
Me senté en la puerta de la casa a pensar, me daba vergüenza decirle a mi mamá que ni si quiera llegué a la tienda, en eso, escuché a mi mamá llorando.
Últimamente mamá hace mucho eso- pensé triste.
No, debo ser valiente, haré esto por mi mamá. Yo puedo.- me tuve que dar valor a mí mismo.
Me regresé despacio revisando cada paso que di, hasta que lo vi, ¡¡era una fortuna!! Pero, ¡oh no! El billete estaba enfrente de la puerta del perro malo.
¡¡Qué mala suerte tengo!! Ni modo Felipe, eres valiente, tú puedes. Piensa. Tenía que idear un plan, el perro ya estaba acostado en la entrada de su casa, debía distraerlo, pero, ¿cómo?
Me acerqué a despacito, sin hacer ruido, tomé una piedrita, y cuando estaba cerca del billete, arrojé la piedra a dentro de la casa del perrote, el perro se paró corriendo y se fue a ver qué era ese ruido, yo aproveché para correr y agarrar el billete.
El corazón me latía muy fuerte, me sentía flash, no, no flash, me sentía Batman, inteligente, fuerte, y con un pasado oscuro.
Con los ánimos hasta el cielo, ni se me hizo pesada la subida, llegué a la tienda y estaba libre, don grillo siempre tiene lleno, es una suerte.
Agarré aire y grité a todo volumen:
¡¡DON GRILLOOOOOO!!
¡¡VOY!! – escuché que gritaron desde adentro- no era don grillo, era Adelita, la nieta de don grillo. Adelita siempre es muy amable conmigo, pero me da vergüenza con ella, mi mamá me hace burla cuando vamos a la casa, porque me pongo rojo cuando Adelita me habla, solo no sé qué decir.
Pero bueno, hoy vencí a un perro, hoy no me va a dar vergüenza pedir… lo que mi mamá me encargó que era… ¿pan? Tenía que ver con pan creo, ay no… Se me olvidó, no puede ser, ¡qué vergüenza!
Me salí un poco de la tienda a tratar de pensar, otra vez las mariposas en la panza y la sensación en la boca.
Piensa Felipe piensa- me regañé- no era pan, apenas son las 12, el pan siempre es a las 6, pero si era algo con pan, era, ¿leche? ¿Chocolate? ¡¡Si!! Chocolate… chocolate y canela creo si era tres y dos. Tres canelas y dos chocolates. Qué inteligente eres Felipito, viste que si eres como Batman- me felicité a mí mismo.
Adelita estaba en el teléfono esperándome.
Mmmhh hola- dije un poco tímido al principio, hasta que me acordé que yo era Batman.
Me das 3 canelas y dos chocolates por favor- puse un tono seguro y cara seria.
Claro que sí- me dijo Adelita sonriente.
Sacó las tres canelas en palito y las puso en el mostrador.
Los chocolates, ¿de cuáles son?- Preguntó- ¿De los que sirven para hacerlos así calientes como para tomar, o los dulces chiquitos?
De los de para tomar, por favor.- Dije otra vez tímido, ya se me estaba pasando la valentía.
Ok, mira tengo Abuelita, Moctezuma, o Morelia tengo de esos, ¿cuál quieres?
Me das el moctezori por favor.
No sé de qué se rio Adelita, pero me dio las cosas, me cobró y me echó el cambio en una bolsita junto con las cosas. Le di las gracias y me fui feliz a mi casa, esta vez me fui del otro lado de la calle para no molestar al perrote.
Llegué rápido a la casa, y le grité a mi mamá que ya había llegado, quería que se pusiera contenta.
¡¡Mamá ya llegué, ya vine!!- Grité.
Mi mamá salió del cuarto, y trató de sonreír, pero yo sabía que había llorado, yo la había escuchado, yo quería llorar también, pero la abracé fuerte y le di muchos besos, porque sabía que estaba triste, y bueno, la quería consolar.
Bueno, bueno, hay que ponernos contentos, porque hoy es un día especial- dijo secándose las lágrimas.
¿Sabes por qué? Hoy es el cumple de tu hermanito, y haremos su comida favorita: ¡Mole!- Dijo subiendo los brazos en puño.
Así que ¡arriba el ánimo!- me dijo sonriendo un poquito y dándome varios besos.
¡Es cierto, hoy es su cumple!-pensé- Y a mí también me encanta el mole así que me puse contento.
Corrí a verlo, y empecé a contarle todo lo que pasó.
¡N´ombre, vieras! iba corriendo así como una bala, y ¡que se me cae el billete! Pero no me di cuenta hasta que llegué a la tienda, pero como soy valiente y grande como me enseñaste, me regresé sin llorar y ¿Qué crees?
¡Pues que estaba donde el perrote! Fue súper difícil no manches, tuve que idear un plan, pero lo logré. Vencí al perro y ahora me tiene miedo vieras.
Mi hermano me daba una sonrisa grande, desde su foto de la pared.
Llegué a la tienda y fue todo súper fácil, entré y salí rápido como un agente secreto de esos que te gustaban de las pelis de espías.
Estarías muy orgulloso de mí, ojalá me hubieras visto. Te extraño mucho, le dije limpiándome las lágrimas.
Mi mamá estaba en la puerta del cuarto, con los ojos llenos de lágrimas.
Yo también lo extraño mucho mi amor, ya hace dos años que se fue al cielo, y sí que estaría orgulloso de ti, yo lo estoy mi niño valiente. Me dijo mientras me abrazaba y lloraba conmigo. Nunca mi mamá había llorado conmigo, creo que es bueno.
Todo va a estar bien mamá, vas a ver, yo te voy a cuidar- le dije llorando- mi mamá me abrazó más fuerte, mientras sentía que se me mojaba el hombro, y aunque casi me saca el aire, me aguanté.
Nos secamos las lágrimas, y nos fuimos a la cocina, a que mi mamá siguiera preparando el mole.
Nombre mamá, vieras, ¿quieres que te cuente cómo me fue? pues bueno, iba yo bien tranquilo a la tienda cuando….
Me gustó. Sigue el consejo de tu cabeza y que el límite sea la velocidad de la aceptación de los lectores. Enhorabuena 👏
[…] rezaba y pedía ayuda divina, porque sabía que iba a morir a manos de aquel tenebroso […]