Que “no nacemos felices ni infelices, sino que en el camino aprendemos a ser una cosa u otra; y que gran parte de nuestra elección depende que nos llegue la felicidad o la desgracia».
No hay recetas para la felicidad (no hay una sino muchas felicidades); y cada persona debe construir la suya, aunque lo menos fácil es saber qué clase de felicidad deseas para ti. Y cuando la descubres, dejas de perseguir todo aquello que por mucho tiempo te llenaba.
Y ahora, quizá al igual que yo, quieras sentarte en silencio a la puerta de la casa y creer que bien puede, como la mariposa, posarse sobre ti.