Pepe Luis era un cliente frecuente del Sabino Gordo, un negocio que se dedicaba a la diversión en dónde iban parejas a bailar y las que no tenían… ahí las escogían y por supuesto se vendían bebidas alcohólicas, otro tipo de estimulantes más fuertes y algunos dicen que también se podía adquirir sexo.
El Sabino Gordo se ubica en la calla Villagrán esquina con Carlos Salazar en el centro de Monterrey, Nuevo León y Pepe Luis acudía muy seguido porque sus primos eran músicos y tocaban en un grupo que amenizaba el lugar llamado Frank y la Búsqueda.
A él le gustaba mucho acompañar a sus familiares y divertirse con ellos, pero de repente ya no fue cómo que algo en su interior le decía que se abstuviera de ir y él no sabía por qué, cada vez que intentaba ir… se ponía muy inquieto y nervioso y algo de repente la salía que mejor prefería no ir.
Así pasaron los días, y de repente le llega la noticia que el 11 de julio del 2011 de que unos sicarios entran al Sabino Gordo, con metralletas de las llamadas “cuernos de chivo” y asesinan a una gran cantidad de personas entre empleados y clientes que se encontraba en el lugar, en ese momento dio gracias a Dios de que el no fuera una de las víctimas ya que visitaba ese bar con mucha frecuencia.
Pepe Luis me dijo: “el vocalista del grupo a quien le decían Coco, salió a comprar unos cigarros al súper 7 y se salvó de puro milagro, pero su hermano quedó masacrado entre los muertos”.
El negocio permaneció cerrado mucho tiempo y cuando lo vuelven a abrir, los primeros días de noviembre del 2015, Pepe Luis va para recordar viejos tiempos y al llegar se da cuenta que a pesar de que estaba remodelado y muy limpio el lugar ya no era como antes, había muy poca gente y se sentía un ambiente algo pesado y tenebroso. “La vibra que se sentía era muy rara, de repente sentías que alguien pasaba junto a ti y al voltear no era nadie”.
Empezó a tomarse sus cervezas favoritas a veces ingería Indio y otras Tecate Ligth, de repente se le olvido lo que ahí había sucedido y siguió tomando al ritmo de la música, hasta que le dieron ganas ir al baño a orinar, caminó lentamente hasta la puerta que empujó con su mano derecha, dio unos pasos hasta llegar al mingitorio y se dispone a hacer su necesidad fisiológica, apenas había empezado cuándo escucha ruidos y al voltear ve que alguien pasa corriendo detrás de él, rumbo al fondo del baño.
Cómo se le hizo muy extraño ya que solo vio la espalda de un hombre, al buscarlo en el interior se dio cuenta que no había nadie, que estaba completamente sólo, entonces un viento helado recorrió su espalda y se le puso la carne de gallina al darse cuenta que lo que había visto era el espíritu de alguno de los muertos que ahora se aparecía como un fantasma.
Se dirigió inquieto a su mesa, pago rápidamente la cuenta y se fue del lugar y hasta este momento, más de 6 años después, recuerda el día en que se topó con uno de los fantasmas del Sabino Gordo.
Al comentar la historia con un amigo que es policía me corrigió y me dijo que no fueron 20, ni 50 sino más de 100 los muertos, pero por la situación que imperaba de inseguridad y por las políticas que en ese tiempo se manejaban se cambió el número, para no asustar más a la población. Él afirmó que fue de los primeros en llegar al bar; la cifra oficial fue de: 21 muertos, 6 heridos de gravedad y 6 levantados.
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Escrito por Manuel “Marroco” Marroquín en base a una historia real narrada por un trabajador de mantenimiento del Municipio de Monterrey a quien hemos llamado Pepe Luis y por un policía municipal, quién por su trabajo prefirió quedar en el anonimato, entrevistados ambos en el centro de la ciudad de Monterrey.