Soy originaria de la Ciudad de México, ahí viví durante los primeros cuarenta y dos años de mi existencia y, por lo tanto, conozco muy bien la sensación de un temblor, desde movimientos telúricos casi imperceptibles, hasta el traumático terremoto de 1985.
Cuando fue el terremoto del ochenta y cinco, yo, al igual que todos en la familia, habíamos salido a trabajar, cuando llegué a la oficina, me encontré con la novedad de que debido al sismo, no estaba permitida la entrada a los edificios, hasta que un perito certificara que no había daños estructurales que nos pudieran poner en riesgo, así que, un tanto desconcertada, me retiré del lugar.
Cuando regresé a casa con la intención de ver las noticias en la TV, me encontré con mi hermana mayor que ya estaba viendo lo que había sucedido. Eso era lo que todos, o casi todos, hicimos a partir de ese momento y durante varios días, semanas y meses, ver las noticias y hablar acerca del terremoto y los terribles daños que causó en nuestro país… a partir de ese momento, a muchos nos cambió la vida… a muchos otros se les terminó.
Los derrumbes y los daños.
Desde pequeña aprendí que, cada vez que sucedía algo catastrófico, en mi país o en cualquier otra parte del mundo, la reacción común era ver las noticias. Una y otra vez, en todos los canales de televisión y también escucharlas en todas las estaciones de radio… todas las versiones posibles, todo el tiempo disponible e incluir el tema en todas las conversaciones.
Esa reacción de mantenerte enfocado en los desastres, te puede causar más daños que el desastre mismo. Te derrumba el ánimo, te pone en modo negativo, triste y te roba el entusiasmo. Sí, es importante estar informado. Sí, es necesario ser empático. Sí, es básico conocer las circunstancias reales de tu entorno. Sin embargo, es imprescindible decidir con sabiduría, hasta donde permitir que toda esa información y emociones, permanezcan en tus pensamientos. Si permites que las situaciones tristes, dolorosas, negativas, controlen tus pensamientos, terminará generando emociones que podrían limitar tus acciones.
Evita que, aquellas situaciones que están fuera de tu control, controlen tus pensamientos. Eres tú quien debe controlar tu vida para que nada detenga el avance de tus proyectos. Si las catástrofes naturales son inevitables, tendrás que aprender a avanzar sobre las piedras.
La falla
La manera en que reacciones y tus decisiones personales son tu responsabilidad. Deja de culpar a los demás por los resultados que obtienes. El fracaso personal no es culpa de la falla de San Andrés ni por las fallas de Don Andrés… Elige qué es lo que debes hacer y enfócate en alimentar y gobernar tus pensamientos de manera sabia. Recuerda que estás en donde estás por lo que has puesto en tu mente… si quieres estar en un mejor lugar, debes proteger y mejorar lo que pongas en tu mente.