Me gustaría plasmar un tema que hace tiempo ronda por mi mente: el exilio. Del cómo sobrellevar el no estar en tu propia tierra , país o exiliado de ti.
Muchos tenemos abuelos, padres, tíos o conocidos que están escondiéndose en un país ajeno, una tierra que les abrió las puertas y les brindó un techo.
El exilio solitario -por que la soledad se lleva a cuestas, con la añoranza del regreso-, el eterno suspirar por los recuerdos dejados. A veces, nosotros mismos nos exiliamos interiormente.
No sólo existe el exilio de la tierra, incluso hay personas que viven exiliadas en su interior de por vida, ausentándose del mundo exterior.
El auto exilio es lo peor que puede pasarnos, por que estamos atentando contra nuestro propio espacio y sobre todo contra nuestra capacidad de razonar, al no darnos cuenta que necesitamos convivir.
Para que no nos tome desprevenidos la locura, no vivamos exiliados de nuestra propia tierra y tampoco de nuestra mente.
Si conoces a alguien que esté en esta situación, bríndale tu apoyo. Acércate y ayúdalo a abrir su corazón.
Este texto se lo dedico a mis abuelos y padres, que me llevaron a cuestas. Por la gente que aún vive en su tierra, aunque sea en su memoria, y por aquellos que decidieron exiliarse de su familia y añoran regresar.