“Las palabras de un libro cobran vida propia cuando un par de ojos se depositan en ellas”. Yo no podría estar más de acuerdo con este pensamiento que alguna vez leí; aunque también sé que el poder de una mirada impacta aun en otras dimensiones.
Yo los veía cómo me seguían: de izquierda a derecha, de derecha a izquierda…luego al centro. Se movían tan acorde con mi desplazamiento, que hice una pausa. Eran muchos, muchos pares de ojos…los ojos de mis alumnos que recuerdo tanto.
Ha pasado casi una década y descubro nuevamente otros pares similares; con menos movimientos, sí, pero igual de observadores.
Ahora ya no son muchos pero igualmente los valoro. Me hablan tácitamente…así, en silencio; son intensos… atentos. Tres pares han demostrado un brillo diferente y un parpadeo casi imperceptible por el interés al tema.
¿Halagada?, ¡claro!; me siento enormemente halagada al verlos seguirme de izquierda a derecha, de derecha a izquierda…luego al centro.
Y al igual que un libro, yo cobro vida propia cuando se depositan en mis palabras estos pares de ojos…los ojos de mis alumnos que recordaré tanto.