«El recuerdo de las cosas del pasado no necesariamente es el recuerdo de las cosas como en realidad sucedieron». Marcel Proust
«¿Y qué es todo este polvo?» –me pregunto conforme una tolvanera me envuelve súbita y violenta, como un recuerdo. Camino circunspecto: las manos en los bolsillos anuncian un estado anímico decaído; intempestivo. El cuerpo algo encorvado, cabizbajo. Los pensamientos recorren, azarosos, el oscuro corredor por el que vagan pensamientos intrusivos; aquellas vivas memorias que, como las estelas de polvo, se abrazan a las cosas aferrándose a lo que va apareciendo por el serpenteante sendero que recorren mis pasos sordos e intuitivos.
El polvo seco es ríspido al contacto. Resquebraja la piel como un manantial de emociones que, abandonadas a su suerte, se ha convertido en el vestigio escuálido de tu pantanal. Aun así prosigo silencioso en medio del vendaval, pensando en el polvo en el que me convertiré un día; en este viento que corre de Norte a Sur; en el descenso de mi alma hacia un averno en espiral donde yacerá a la espera de tu tierna e incontenible compañía: una que en cada vida, una vez más endosaría.
«Polvo al polvo», reza la sucinta y gélida sentencia que declina hacia la vacuidad. A fragmentos de lo vivo combinándose con la lozanía de lo inmundo. Reminiscencia de lo que alguna vez fue un apacible nodo. La masa fundiéndose entre órbitas de tu eclíptica, a modo. Lo que ya no está; aquello que ha de terminar compulsivamente en tus corpúsculos colándose en cada poro, entre lágrimas, sollozos y todo: ¡la vastedad del mundo en una ínfima partícula de lodo!
Y luego, cuando ya no quede nada más; cuando el viaje haya llegado a la última terminal y mis ojos tenga que cerrar, sentiré que me elevas, envolviéndome como este vendaval que no es otra cosa que el rastro invisible de aquel dulce perfume celestial. Lo que pasa sin que termine de pasar jamás. Motas levantadas tras la partida. El efímero rastro de lo que queda de ti de cara a lo que fui en tu sueño atemporal: estelas de polvo danzando trémulas hasta un declive… sin final.
