Continuamos con nuestro recuento de lo que nos dejó la música este año y toca turno de los discos en español.
Esteman
El colombiano «se destapó» en su tercer larga duración, en un trabajo que no hace hincapié en la orientación sexual, pero sí persigue que el amor fluya sin importar los afectos de cada quien.
Por eso le canta al amor y desamor sin definir géneros, simplemente se aproxima al entendimiento de los sentimientos con temas más bailables y una canto más frágil, al modo de una relación que se tambalea o deambula en la incertidumbre.
Se trata de una interpretación de la libertad, la cual se asoma limitada por las definiciones, mismas que Mateus Williamson trata de superar con un ataque frontal y lleno de ritmos caribeños.
Novedades Carminha
A estos ibéricos les vale el género y demuestran versatilidad, convirtiéndose en una de las agrupaciones más lucidoras en el pop español actual. Y es que el experimento no luce forzado, por el contrario, hay un formato lúdico que nos lleva igual hacia el rap que a la cumbia, sin dejar de sonar al pop de ensueño que abunda hoy en tierras ibéricas.
Se trata pues de un disco harto entretenido que encuentra sus puntos flacos en las melodías «clavadas» de siempre. Cuando el grupo olvida el desparpajo para ponerse serios es donde la cosa se torna monótona y gris, no porque no les salga bien, sino porque este par de temas irrumpen como aquel que llega al antro a querer buscar pleito en vez de diversión.
Elsa Y Elmar
Bucaramanga quizá nunca antes había sonado tan místico y a la vez poco sensual. No porque Margarita Carvajal no sea sexy, sino porque prefiere explotar su lado íntimo y electropop antes que vender sexualidad.
Desde el año pasado, Elsa dio muestras que llegaría con un álbum que podría ser referente de este 2019. Su primer adelanto es precisamente de lo más destacado de su segundo álbum de estudio, muy bien arropado por varias «confesiones» cantadas de modo dulce, pero reflexivo.
Lucha, trabajo, frustración, son algunos de los temas incluidos en esta placa que no revoluciona el pop, pero nos deja un grato sonido en los oídos.
La casa azul
¿Cómo refrescar la escena electrónica española del modo más cómodo? Pues con muchas lágrimas.
Eso parece decirnos Guille Milkyway al darle un giro a las canciones de desamor que no encontraron cabida en sus discos anteriores, logrando así un prolongado lamento que parece contradecirse, pero que en realidad suena muy coqueto, fresco y hasta apropiado para tiempos en donde las pistas de bailes ya no son espacio para el entretenimiento sino para el desahogo.
Si bien las letras nos hablan de alguien que padece ante el rompimiento, el electropop que le arropa parece decirnos que no es para tanto, con lo que se nos ofrece una obra igual de contradictoria que la pena que nos embarga cuando por fin desaparece una unión tóxica.
Oh’laville
Los cuatro elementos, fuego, tierra, agua y aire, son el hilo conductor del disco de estos colombianos y son los que rigen los sentimientos expuestos en este trabajo en el que exponen influencias, amores y problemas.
Se presumen más concretos y directos, pero también más oscuros, a ratos pesimistas, pero de un modo esperanzador hasta cierto punto, pues una vez que enfrentas el lado oscuro de las cosas lo que sigue forzosamente viene cargada de brillo. Es entonces un álbum lleno de claroscuros en el apartado sonoro pero simple en lo lírico, sin que caiga en la trivialidad.
Hay discos que los escuchas y pareciera que en cada track siempre está por amanecer. De ese tipo de oscuridad que se va difuminando es la que hablamos con estos «Soles Negros».
Texto publicado en Gaio Ninja