Escuela de fútbol ¿diversión o negocio? Recordar los viejos tiempos en que nos juntábamos para jugar fútbol en el barrio, al terminar la tarea, comer toda la comida y realizar los mandados para que los padres nos dieran chance de ir con los amigos al campo, en como el pedir permiso para entrar a jugar en el equipo de la colonia, en quedarnos después de clases para entrenar, prepararnos para que los sábados (era cuando se jugaban los partidos de fúttbol infantil) presentarnos al terreno de juego a disputar los encuentros.
Ya pasados los permisos a entrenar, ejercicios para correr y para resistir corriendo, ahora es preparación física, el parar el balón o pegarle al mismo, que se le dice en la actualidad preparación técnica y técnicas de recepción y golpeo de balón, qué absurdas comparaciones las anteriores y las actuales; pero sí necesarias ya que los entrenadores de antaño eran jugadores que transmitían sus conocimientos y a base de motivación era como enseñaban a los nuevos prospectos a futbolistas y observando a los que ya traían talento; más que formadores eran como detectores y con sólo instrucciones y alguna que otra formación le cargaban el equipo al estrellita y a éste se le pulía en cuestión de habilidad, conducción y golpeo de balón; con frases motivacionales que hacen que el jugador dé un extra, que realice sobreesfuerzos, que tenga más entrega, en sí provocan que el jugador explote su máximo potencial, algo así como un enfoque total en formación de líderes.
Ahora, en la actualidad, se han creado divisiones y la formación se ha ramificado, para ser entrenador ya tienes que tomar cursos, que te avalen y deslinda la preparación técnica y física en otros especialistas.
Además analistas y observadores estudian los sistemas de juego, aunque esto es ya cuando incursionan en el ámbito profesional.
Es aquí donde está la duda, en los sectores de formación, las ligas de fútbol están avalando cursos y vendiendo fichas para preparadores y entrenadores del amateur, los inscriben y proponen torneos con visorías para equipos del profesional, para eso los jugadores tienen que tener credenciales de asociación, y sus entrenadores contar con los diplomas de los cursos, además de que ellos mismos promueven los torneos en los que cobran grandes cantidades para participar.
Ahí también sale a relucir que los participantes son solo los equipos que ya su entrenador está “titulado” como tal.
Ya dejan de ser equipos y pasan a ser escuelas o centros de formación y le cobran al jugador o a los papás que en realidad es al que le venden la idea y lo que era una diversión se torna en una presión ya que esta es una inversión.
En estas escuelas se compran franquicias de equipos de primera división profesional, por eso cobran caro las inscripciones y les venden los uniformes, además de pagar arbitrajes.
Se han detectado estos tipos de escuela que se destacan sólo en conseguir palmarés personal, que les dé realce y no se preocupan por el futuro del jugador y no lo promueven para que se destaque, solo para que haga destacar al equipo; se oye triste pero es verdad, aunque no podemos negar que si hay en la franquicia una inclusión de sistemas de juego o formaciones tácticas pero, obvio, aplicadas por personal sin experiencia y buena aplicación; pues no resulta su funcionamiento y su accionar.
Es por tal causa que se abre la incógnita: escuelas de fútbol ¿diversión o negocio?