¿Es posible crear un vigilante “Egregor” con la energía psíquica?

Muchas personas alrededor del mundo creen que sí, que es posible crear una forma energética que haga la función de un “vigilante” y que cuide lo que le encargas, a este fenómeno se le ha denominado Egregor.

Cuándo una madre bendice a su hijo y pide que nada le pase en su trayecto o viaje, cuándo una persona forma energéticamente un león para que cuide su automóvil o cuando una familia religiosa encarga su casa para que la cuide a un santo. ¿Será esto la creación de una forma energética al servicio de quien la crea?

La palabra Egregor proviene del griego Grigori – egrégori, que significa vigilante y es un concepto que se generó en un sentido seudocientífico, en la antigüedad lo llamarón fenómeno mítico o místico que hace referencia a la posibilidad de que una o varias personas tengan la posibilidad de manifestar un efecto, un ser vigilante causado según se cree por la energía generada por el “pensamiento colectivo”.

La creencia es que existe la posibilidad de que a través de la conjunción de voluntades se forme una entidad psíquica capaz de influir en algo la realidad, como sucedió por ejemplo hace algunos años en una colonia al sur de Monterrey en donde un ladrón salió huyendo de una casa que pretendía robar y que al atraparlo la policía ya que los vecinos la habían llamado, él mismo afirmó que era imposible robar ahí porque había un monje cuidando la casa y que lo asustó y lo hecho fuera enérgicamente sin que pudiera llevarse nada.

Al acudir a la casa que pretendía robar y a la cuál iban llegando sus dueños que eran fervientes católicos mencionaron que siempre su casa se la encargan a San Charbel del cual tienen una imagen en el lobby de su casa y que al verla el ladrón dijo: “si fue el quién me sacó de la casa”.

Se piensa que de una forma similar el Egregor es algo así a lo expuesto por el Psicólogo Karl Gustav Jung sobre el inconsciente colectivo, algunos de los críticos de esta creencia lo han denominado como “Seudo-ciencia”, debido a su aspecto mitológico del personaje.

Mi amigo Gerardo M. por ejemplo: él es un seguidor de las teorías de los esenios y me ha mencionado que deja un león energético cuidando su carro, de hecho una vez al velo uno de sus amigos le dijo: creí ver algo dentro de tu carro y cuando me acerqué porque pensaba que podría ser un ladrón, me sorprendí porque realmente era un león que estaba dentro sobre los asientos.

Realmente es posible crear un animal como el león para que cuide tu carro, yo no lo creía al principio, pero realmente es posible que yo haga algo similar con el mío y por varios años, durante todo el tiempo que trabaje en la Galería Aramberri y en el Centro Cultural del Barrio Antiguo Monterrey, por más de 12 años fue el único vehículo que respetaron los amantes de lo ajeno, ya que a todos mis compañeros de trabajo, les habían robaron hasta en varias ocasiones y yo se lo encargaba al Arcángel Miguel, para que pusiera un ángel del rayo azul cuidando mi vehículo.

¿Cuántas veces la bendición de una madre ha salvado a su hijo de morir en un accidente o salir bien librado en un robo?

En otros países donde practican la religión Vudú por ejemplo, los seguidores se reúnen en ceremonias en las que destacan los toques de tambores, danzas y bebidas embriagantes con el fin de crear un trance en el que la mayoría participa, concentrándose con un fin específico y ayudándose de muñecos o fotografías pretendiendo ayudar o perjudicar a alguien, a través de la voluntad y a partir de la concentración de los asistentes a la ceremonia.

Asimismo algunos creen que podríamos entender cómo un Egregor a algunos elementos o seres espirituales como se señala en aquel fragmento bíblico: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18:20.

Realmente el Egregor es una creación de nuestra mente al pedir en momentos difíciles de angustia o será que nuestra petición pueda abrir puertas dimensionales en las que seres energéticos o espirituales puedan venir en nuestra ayuda.

Dejamos la discusión abierta, para que seas tú amable lector quién diga la última palabra.

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