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Entre penumbras. Supe en un instante que todo a mi alrededor estaba jodido, con el corazón en la mano y lágrimas de dolor en los ojos, lo supe, después de que aquella voz me despertara con un susurro ensordecedor.

Estaba agitado y no recordaba bien lo que estaba soñando. Al parecer mi aliento aún tenía el sabor de aquel licor barato y mi cuerpo sufría de una resaca leve, pero que me impulsaba a tomar líquidos en abundancia. Me incorporé un poco en la cama, todavía era de noche, pero el cuarto estaba vacío; las luces de la cocina me sembraron un poco de incertidumbre ya que solamente se escuchaban al fondo; como mil quejidos los aullidos de los perros.

Me paré y me coloqué los primeros zapatos que tuve a la vista, caminé hacia la cocina, eché un vistazo al otro lado del cuarto y el ordenador estaba encendido, con la pantalla activa, como si recientemente lo hubieran dejado de utilizar. No le di importancia y abrí el refrigerador para tomar algún refresco, pero como siempre se encontraba vacío con algunos recipientes de comida putrefactos y el congelador escarchado.

Caminé hacia el baño que se encontraba en el exterior de la casa. Al abrir la puerta observé que el cuarto de la vecina estaba abierto, con las luces encendidas, pero todavía el sonido del silencio se hacía notar con algunos intervalos de los bastantes aterradores ladridos de los perros, asomé tan solo un poco para saber si se encontraba en su cuarto, pero en la cama se encontraba únicamente el gato que con un gesto de pereza me veía fijamente… retándome.

Seguí mi camino al baño, pero atrajo mi mirada el vacío de luz que al final de pasillo se hacía notar.

Fue ahí cuando mis niveles de estrés se elevaron lo demasiado para comenzar a sentir un estímulo de miedo, ese miedo que trastorna tus sentidos y que limita a tu cerebro pensar correctamente.

Tiempo después y ya colocado en la cama retome mi sueño, esperando que ese evento desapareciera y me dejara dormir. Fueron pocos los instantes de calma, nuevamente me despertaba agitado por una sensación indescriptible e irreconocible.

Pensé que esta vez todo cambiaria y que estarían del otro lado de la habitación esperándome… como quien espera a un náufrago. Las luces seguían encendidas y los perros aún ladraban. Salí al patio; la luna brillaba como todas las noches anteriores, el cielo cubierto con pocas nubes presagiando una lluvia leve.

Fue entonces cuando escuche sus risas en la parte de arriba, en esos instantes terminaba mi cigarro y al tirarlo se hizo notar el silencio… Un eco retomaba fuerza en mi cabeza, un bucle de sus risas; una tras otra, cada vez haciéndose más fuerte. No lo podía soportar, así que, entré a la casa para escuchar un poco de música con los audífonos, pero el celular no respondía; la batería estaba agotada y mi miedo crecía con cada minuto que pasaba.

Escuche a lo lejos una voz que les pedía que ya era hora de dormir, yo no sabía la hora exacta, pero estaba seguro que pasaba de la media noche y no era una hora adecuada para que estuvieran despiertos aquellos chiquillos. No quise subir a molestar ni decirles nada, así que esperé a que durmiera a los niños para posteriormente dormir junto a mí. Se que el enojo pasaba por su mente, pero estaba seguro que cuando yo despertara su cuerpo reposaría a un costado del mío.

Cuarto por cuarto, pase para apagar las luces, primero el de la vecina y cerré su puerta con el gato dentro, después la sala y cocina, para cuando llegue a mi cuarto los únicos sonidos extraños eran la zapatillas en el techo y algunos muebles que movían, trate de no darle demasiada importancia y apagué la luz del cuarto, aunque no quedó totalmente oscuro ya que la única luz encendida era la del pasillo de afuera, que como dije antes, al final se encontraba en penumbras.

Un suspiro y mil sombras con forma de rostros azotaban mis ideas. Cerré los ojos esperando salir de esa situación tan penosa, pero no podía conciliar el sueño y en un instante me desperté en la cama sudoroso, con ideas que entorpecían el entendimiento de mi entorno.

Todo ahí estaba tan negro que supe que no era un sueño y poco a poco me levanté de la cama para alumbrar la habitación, pero era inútil como si el interruptor no sirviera o el foco estuviera fundido. Corrí al baño a intentar lo mismo, pero era en vano, me sentía cansado, con sueño y a la vez con miedo. El corredor que daba a la casa de la abuela lucia bastante tétrico, pero tomé valor para ir hasta allá y ver si alguien se encontraba en casa.

Al llegar hasta la casa las puertas estaban cerradas, pero como estas eran de cristal tomé el celular para alumbra un poco el interior, aun así, no se veía que estuvieran ahí. Regresé y recordé que…recordé. Imágenes volaban por mis parpados mientras apretaba fuertemente mis ojos, tomaba mi cabeza con las dos manos porque todo me daba vueltas, náuseas y sentimiento de desesperación me tomaban por sorpresa mientras voces deambulaban por todo el terreno… obscuridad… a cada paso que daba, quería regresar a mi habitación, pero el suelo comenzó a derrumbarse; las grietas en el piso cada vez se hacían más grandes y las brechas difíciles de cruzar. A lo lejos, el pasillo que daba a mi habitación en el fondo se alejaba y con ello, las risas y gritos, el cielo en penumbras y aullidos en mi cabeza hasta que por un instante… penumbras, obscuridad total y silencio absoluto.

Desperté con el corazón en la mano y lágrimas de dolor en los ojos, recostado en la cama, pensando que esta vez, ella… ella estaría recostada a mi lado; como siempre lo hacía.

Te crees mucho
Renovarse o morir, cerrar ciclos

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