Se marchó para no volver más. Dejó un vacío en el alma que no podré reparar jamás.
Había prometido que volvería, pero se marchó sin mirar atrás. No tuvo en cuenta que su partida me dejaría en mil pedazos.
Pude verla de nuevo, pero estaba en un ataúd, mirando hacia el cielo le dije: ¿por qué tuviste que ser tú?
No entiendo cómo sucedió. Ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. Aún era muy pronto para decirme adiós.
La soledad y la tristeza decidieron acompañarme en este cruel momento de tu fatídico final.
¿Quién me dirá ese «te quiero»? ¿Qué haré cuando quiera verte de nuevo? ¿Dónde podré encontrar tu cariño y tus besos?
Solo me diste la oportunidad de darte un último adiós. Me dejaste llorando, extrañando tu amor.
Sin más consuelo, tuve que dejarte ir. Aún sabiendo que ya no sería lo mismo sin ti.