Durante esta pandemia, muchas personas han aprovechado para hacer algunas tareas de esas para las que nunca tenemos tiempo, como por ejemplo, depurar el guardarropa.
Mi mamá también lo hizo, sacó de su ropero todas aquellas prendas que ya no usa.
Sacó todo tipo de ropa, desde la que ya está muy usada hasta aquella que por algún motivo nunca se ha estrenado o que sólo usó en una o dos ocasiones. Incluso hay ropa que aún tiene puesta la etiqueta de compra.
Cajas llenas de amor
Cómo nos protegemos mutuamente, desde que comenzó la pandemia no me he reunido con mi mamá. Aunque hablamos por teléfono todos los días, y algunas veces nos vemos por videollamada, me hace tanta falta poderla abrazar, pero en este momento, sabemos que ese es un riesgo que no debemos tomar.
Mi mami, con la ayuda de mi hermana mayor, llenó algunas cajas con toda esa maravillosa ropa que ya no usa y me la mandaron a mi casa para que yo decida si hay cosas que me gustan y con las que me quiera quedar.
Encontré dentro de esas cajas algunas cosas que yo ni siquiera conocía, así como también muchas prendas que, al primer vistazo, me trajeron hermosos recuerdos transportándome a maravillosos momentos al lado de mi mamá.
Un abrazo de tela
Pasé toda la tarde revisando la ropa que me enviaron y recordando momentos… Cada prenda me contaba una historia, y sé que hay historias que desconozco y que estarán guardadas en algún rincón secreto.
Separé lo que quería conservar, blusas, faldas, chamarras, pantalones, chalecos y, principalmente, recuerdos.
Las chamarras las metí en una maleta mientras que llega el invierno y sea necesario usarlas para protegerme del frío… Los recuerdos los guardo en el alma porque esos me protegen en todo momento.
Ayer me puse un suéter que siempre me ha gustado cómo le queda a mi mamá… Desde el momento que me lo puse pude sentir que mi mami me abrazaba, sentí su calor, su amor, su protección… Me invadió la melancolía, no pude evitarlo, y me puse a llorar.
