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Por Martín González

Que cosa tan extraña es el hombre que, vive esperando morir, desgastando su salud para ganar dinero y después gastar su dinero para ganar salud. Sí, mi abuelo solía decir eso; quizá su padre se lo dijo o probablemente lo leyó en algún libro. Pero esta frase comenzó a taladrarme en la cabeza cuando entré a la crisis de los veintitantos.


Uno de los propósitos principales del ser humano es “ser feliz”.

Pero ¿Qué es la felicidad?

Es un tema nada nuevo, ya que ha sido abordado por filósofos como Aristóteles, quien consideraba que ésta es el bien supremo. Pero para Nietzsche, es solo una mentira impuesta por otros. Podríamos seguir definiéndola desde diferentes puntos de vista filosóficos pero, al final, todo queda en palabras.


Pensando un poco en las cosas que nos causan felicidad, nos damos cuenta que esta es similar a una droga que nos hace efecto, luego se pasa, regresa y se vuelve a ir. Y nos damos cuenta que, la felicidad, es algo que corrompe al alma cuando se basa en cosas materiales o superficiales que alimentan nuestro ego.

Con esto quiero decir que cuando algo bueno nos pasa, como el recibir una buena noticia, el sentirse correspondido en el amor, cuando poseemos aquello que anhelamos, se eleva nuestro estado de ánimo al experimentar esa mezcla de sensaciones de alegría, satisfacción y tranquilidad que de un momento a otro pueden cambiar y puede resultar todo lo contrario.


Una persona infeliz, está fuera de estas sensaciones mencionadas, porque vive distraída, sufriendo por aquello que anhela pero no tiene; y por tal motivo no es capaz de valorar y apreciar las cosas que ya posee, solo por el hecho de estar distraído, observando aquello fuera de alcance, cayendo en la desesperación y la frustración.


Por el contrario, una persona feliz, valora y aprecia lo que tiene. Es capaz de vivir conforme con la vida, no como la gente de hoy que está harta de todo y llena de nada.

Aquel que sabe valorar, es agradecido con la vida. Disfruta al máximo las pequeñas grandes cosas que, si bien, también son temporales, pero son buenas mientras están.

Es por ello, estimado lector, que te exhorto a que aprendas a vivir desde tu interior, para que compartas tu esencia con los demás, y no te llenes con las cosas banas del exterior, ya que estas solo hacen que te sientas vacío, porque habrás perdido el norte de quien eres.


Aprende a estar contigo, amarte, valorarte, a no instalarte porque en esta vida estás de paso. Interioriza para encontrar la esencia de tu ser, y es justo ahí donde encontrarás esa felicidad que, siendo inmaterial, te acompañará el resto de tu vida.

El gato le habló en está historia de amor
Tepotzotlán, El Pueblo Mágico Más Cercano a la CDMX

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  1. Excelente forma de reflexionar los diferentes aspectos a los que generalmente les damos la importancia y creemos que son las cosas que no hacen más o menos feliz, dependiendo la cantidad de los mismos olvidando lo verdaderamente importante y dejando detrás el ser mismo