En medio del tumulto y el ruido, los sonidos de la gente y del lugar iban disminuyendo hasta ser casi imperceptibles, recuerdo el momento en el que llegue al lugar, los gritos inundaban el ambiente, las risas estridentes de la gente que esperó este momento toda la semana para liberar el estrés acumulado, la música grabada sonaba a todo lo que da y el Dj baila y brinca levanta las manos y grita, e incita a gritar a todas las «chicas solteras» asistentes está noche, el choque de cristales era una constante auditiva desde el primer momento en el que uno entra al lugar, dando señales de que había un buen ambiente y que muy probablemente será una buena noche.
Mientras más se acerca la hora más lejos se escucha el ruido, ahora mi atención está centrada en el escenario, se ven un montón de aparatos, es solo una masa de cosas encima de una tarima, la gente que está ahí ni siquiera le ha puesto atención, ellos están absortos en su momento y en su tertulia, por allá en el fondo se puede mirar lo que parece ser una reunión de amigos de la escuela, sus brindis por los viejos tiempos y sus gritos de las historias que vivieron lo hacen evidente, del otro lado se encuentra el grupo de chicas que decidieron que hoy era «ladys night» y a un lado de ellas siempre hay algún varón motivado por el calor de los tragos a intentar un movimiento con cualquiera de ellas, casi siempre recibiendo negativas, hay un sin fin de historias, de vidas, de gente, cada una con diferentes problemas, con diferentes alegrías, alguien está celebrando un cumpleaños, alguien fue a ahogar sus penas, alguien estaba en casa dispuesto a dormir cuando recibió la llamada de los amigos para salir a disfrutar la noche, siempre me ha parecido interesante la cantidad de historias que debe haber en cada uno de ellos.
Llega la señal de «Comenzamos en cinco minutos» y empieza a sentirse un sin fin de emociones, casi siempre es parecido a la ansiedad, eso se soluciona con una cerveza que siempre ayuda desde el primer trago a hacer más llevadera la espera de los cinco minutos más largos de la noche, aún sigo lamentando la idea de los espacios libres de humo, pues si no fuera por ello estaría haciendo el maridaje perfecto de cerveza, cigarro y emoción, es una lastima pues ya no hay tiempo de salir y fumar el último cigarro.
Subo al escenario a ajustar los últimos detalles antes de comenzar, eso atrae algunas miradas, no muchas, una que otra de la gente más perspicaz que les llama la atención, pero el escenario aún está dormido, no hay luz, no hay ruido, está oscuro y sin chiste, aún no tiene forma, aún no está vivo, sigue siendo una masa de aparatos, instrumentos y músicos, a punto de comenzar el show, 2 minutos, comienza la cuenta regresiva y la cerveza ya está a la mitad, empiezo a mirar a mi alrededor y me doy cuenta que después de 30 minutos de estar ahí, toda la gente me es familiar, parece que los conozco de siempre, estoy seguro que podría describir el carácter de cualquiera de los que están ahí, allá está el gracioso del grupo, todas las miradas se centran en su conversación, 1 minuto, cada vez está más cerca, más allá se ve la pareja nueva, aún se miran con amor pues es obvio que están en «esa» etapa en donde no se quieren separar ningún momento y se pasan la noche comiéndose a besos, de este lado se encuentra el que alardea de su capacidad para tomar alcohol sin que pase nada, lo que el no se da cuenta es de qué es el primer borracho del lugar y que seguramente nos dará un par de sorpresas esta noche. La canción en el fondo empieza a disminuir su intensidad perdiéndose poco a poco entre los murmullos, gritos, choque de copas, risas, platicas.
Ese momento donde hay un total silencio dura la mitad de un segundo, pero parece ser que son horas, se puede ver la reacción de cada uno de los presentes al darse cuenta de lo que está a punto de suceder. Se prende la luz del escenario y mucha de esa luz da directo a la cara, evitando así el seguir analizando a los asistentes, suena la estática de un amplificador de guitarra en conjunto con un procesador de la misma que provocan en mi la sensación que más amo la de 5 segundos antes de comenzar, empieza a sentirse un calor dentro, no es por las luces, no es porque el lugar está lleno, es la emoción que está mutando en algo que no puedo describir, ahora todas las miradas están sobre el escenario, los gritos desaparecieron, las risas casi no se oyen, las pláticas van muriendo poco a poco, y ahora todo el mundo está pendiente de cada movimiento de los que estamos montados en la tarima. El baterista está listo y en cualquier momento se que comenzara con su cuenta de cuatro golpes de sus baquetas chocando entre sí, la señal para comenzar todo. El bajista ajusta el sonido de su quinta fuera, siempre le causa problemas pero nada grave, un último trago a la cerveza que está a punto de morir, siempre me pasa lo mismo y siempre pienso: «hubiera ido por otra antes de comenzar» suena el primer baquetazo, el primero es siempre el que jala la atención más que en ningún otro momento, el calor en el pecho empieza a crecer y se va distribuyendo por cada rincón del cuerpo a una gran velocidad, segundo baquetazo, hay silencio absoluto y lo único que se puede oír es el sonido de las baquetas, yo estoy seguro que escucho mi corazón retumbando en todo el lugar, suena como el bajo haciendo tresillos en una melodia rápida…tucutun tucutun, se siente justo en el estómago, ahí, donde el sonido más grave del bajo golpea, estoy casi seguro que se puede ver mi corazón latiendo por encima de la ropa, tercer baquetazo, ya todo se volvió completamente solemne y tranquilo, ya no hay ruido, las caras ahora están serias y enfocadas hacia mi, están esperando a ver qué es lo que voy a hacer, el único movimiento que se percibe es el de alguna persona que lleva a su boca la bebida que tiene en la mano, es tan lento todo, el cuerpo ahora está caliente, está a punto de estallar, la mesa de hasta atrás se quedó en completo silencio y yo solo volteo ahora a ver la cara de mis cómplices, a la izquierda el bajista, a la derecha el guitarrista, me dan una mirada que ya conozco de memoria, es una mirada de satisfacción, saben lo que está a punto de suceder y están sintiendo lo mismo que yo, al baterista no lo miro pero sé que con el cuarto baquetazo me está dando esa palmada en la espalda diciendo «Son todos tuyos, vamos a reventar el lugar» Cuarto baquetazo, el mejor de todos, estamos a menos de un segundo de iniciar y la emoción se vuelve una cosa insoportable, ha recorrido todo el cuerpo un millón de veces en el transcurso de tres baquetazo, es emoción, ansiedad, nervios, angustia, alegría, tristeza, todo junto y a punto de salir, ese pequeño instante, es como un primer beso, se sienten esos nervios mezclados con emoción y alegría, mientras dos rostros se van acercando, a punto de culminar la misión que se buscaba de hace tiempo, ese pequeño segundo todo está en cámara lenta, y la mente está completamente en blanco, los problemas, frustraciones, alegrías, corajes tristezas, salieron del cuerpo y ahora solo está lleno de música, cuarto baquetazo, es una sensación impresionante, el como pasa todo de estar lento y en silencio, a un estridente sonido, es pasión lo que suena, el primer acordé de la guitarra suena con un Overdrive bien definido, y al mismo tiempo que el bajo y batería atacan a diferentes partes del organismo, el bajo se siente en el pecho y estómago, la guitarra eriza la piel desde su primer sonido y la batería hace que los pies se vuelvan autónomos e independientes, brincan bailan, corren, se escucha ahora la reacción de la gente en un grito casi unisono de aprobación y en ese momento todo lo que había adentro explota y salpica de emoción y sentimientos a todo aquel que se encuentre cerca y ahora todo solo es música y pasion.
Es principio de una gran noche, podría pasar por esa experiencia mil millones de veces más y no me cansaría.