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A 80 años de que se publicó el libro. Niñota gracias por invitarme a ir al cine. TAM.

Sentado en una de las butacas, que ahora son muy cómodas para disfrutar del séptimo arte, y sin dejar de llevar una y otra y otra vez la mano llena de palomitas crujientes de maíz a la boca, espero porque comience a girar la cinta de celuloide. Muestro mi desesperación porque ya quiero que inicie la película, pero también deseo terminar de una vez por todas esa gran caja de maíz reventado y revuelto con sal, pues aprendí, allá en una de las primeras ediciones de la Muestra Internacional de Cine, en la Cineteca Nacional, que al cine se va a ver cine y no a comer golosinas.

Una o quizá dos filas delante de mí, una pareja hombre-mujer, se vislumbra entre la penumbra de la oscuridad que se mantiene en la sala de cine, no logro verles bien; sin embargo, ella con su voz musical, con tono diferente a la de nuestras mujeres mexicanas, algo cadenciosa en cada palabra que emite y de niña bien, alcanzo a escuchar que le dice; se encuentra muy emocionada de saber que está a su lado para disfrutar de su compañía; pero sobre todo, de consentirla y aceptar haberle llevado a ver una de caricaturas. Me entero que ella es oriunda de Francia, pues aunque se lo dice al oído, pareciera que intenta que los pocos asistentes nos enteráramos de su origen. Vaya que suertudo es este cuate, con una mujer intelectual francesa, eso es disfrutar de la peli.

Y pienso: Sin duda alguna, “El Principito”, esa creación mágica de Antoine Saint-Exupery es una obra inolvidable, que deja una enseñanza en cada palabra que da.

Entonces imagino, el disfrute del hombre y las grandes puñetas mentales que ha de tener en cada una de las pláticas largas hasta ya entrada la madrugada durante los fines de semana en que convive con tan grande musa. No sé si esta bella, si es alta, delgada, blanca, de cabello pelirrojo, con pecas, de ojos azules, de pies pequeños y grandes nalgas; tiene una voz de sirena y, seguramente que lo sabe todo.

Nuevamente, viene el mapa mental de que la cinta trata de una escritura que no deja palabra librada al azar y que cada frase que contiene es mucho más que justamente eso. Cada oración de dicha obra de Antoine Saint Exupery es una máxima de vida, un ejemplo, una enseñanza, algo que siempre se debería tener en cuenta.

Me olvido de la pareja de enamorados -seguramente lo están, o por lo menos él sí lo está, pues quien acepta ir al cine con una francesa a perder el tiempo?… Nadie, solamente un enamorado-, y en mi mente sigue el proceso de la historia que está a punto de empezar, El Principito ha sido llevada a la pantalla en varias ocasiones, la más celebrada en 1974 por los estudios Paramount Pictures. El libro ha sido traducido a 250 idiomas y dialectos, además es uno de los más vendidos de todos los tiempos. Esta vez, la nueva adaptación cinematográfica es producida por Leonardo DiCaprio y ha llegado a los cines desde el pasado octubre del 2015.

Sin querer y por estar pensando en los datos que hacen de El Principito una obra de arte literario, sin darme cuenta llega la frase que se clava en mi mente;… “Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.”  Y entonces el susurro de la voz melosa, se deja escuchar: Oíste amor, que hermosa frase y cuanta carga emocional, tiene para saber que no se puede renunciar a los sueños.

Y en lugar de molestarme; analizo y simplemente es cátedra de una mujer gala a su principito. Por eso, en otra parte del filme, entre que veo y escucho, entra a mi mente “Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer.”  No me da tiempo de nada, pero me guardo la frase para después.

Pues no me da tiempo de nada, para seguir escuchando, “Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos.” Y entre las imágenes proyectadas en una súper pantalla gigante, con un sonido estupendamente bien logrado, transcurren las escenas y diálogos entre el protagonista y los seres que va encontrando durante el viaje a saber todo sobre el universo; “No se debe nunca escuchar a las flores. Solo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.”

No estoy más ocupado en la pareja de enamorados, que en disfrutar la historia llevada al cine en caricatura, pero no puedo dejar de escuchar los sollozos y suspiros de la mujer para romper en llanto al inclinar la cabeza hacia el hombro derecho de su príncipe, pues acabamos de tejer en la historia la expresión “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.” No me cabe la menor duda, debe ser una mujer de unos cuarenta años, la edad perfecta para enamorarse de un príncipe, la edad perfecta para amansar los sentimientos, como El Principito al Zorro, por petición de éste último “Pero si tú me domésticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo…”

Ahora sí en pleno llanto de mujer enamorada, la francesa no puede evitar que los cinéfilos la escuchen lloriquear,  sollozar -y entre lágrimas-, desahogarse; así como nadie de nosotros podemos perdernos las expresiones cargadas de sabiduría que una y otra vez se dejan escuchar en ese espacio llamado cine, “Sólo se conocen bien las cosas que se doméstica”,  “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”, “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso”, “Uno se expone a llorar un poco, si se ha dejado domesticar…”  Llora, chilla, grita, besa a tu príncipe, pues te has dejado domesticar, ahora nada importa, eres una simple dama domesticada.

Me percato que de pronto, toda la sala en silencio y en una total oscuridad, mis sentidos enlazados en uno solo, escuchan claramente “Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!”

Y en una pauta, me pierdo en el disfrute de una obra literaria, la cual es el relato corto más conocido del escritor y aviador francés, que redacto mientras se hospedaba en un hotel en Nueva York, y que fue publicado por primera vez en 1943, en los Estados Unidos de Norteamérica.

En este justo momento la cinta llega a su fin, y aunque como el libro, pareciera que es para la población infantil la forma en la que está escrito y contada ahora la historia en un principio simple, pero en realidad el libro y la historia llevada a la pantalla grande, es una metáfora en el que se tratan temas tan profundos como el sentido de la vida, la amistad y el amor.

Sin querer alcanzo a la pareja de enamorados en el pasillo de la salida, y de reojo echo un vistazo a la francesa y, me percato que la mujer de grandes curvas bien formadas y belleza singular, de sentimientos a flor de piel, de unos veinte años es una “francesita niña bien”, pues lleva prendas de Coco Chanel, zapatos Christian Dior  y  accesorios de Louis Vuitton, y en la punta de su lengua lleva la pregunta que decepciona a propios y extraños, y por supuesto que al “príncipe de la niña bien”, le dio vergüenza.

 ¿Mi príncipe, porqué nadie ha escrito un libro de la historia de la película?

*José  Antonio Cabello Nieto, soy producto del amor entre Federico Cabello Serralde +, y Beatriz del Rayo Nieto Ocampo +, e igual nacieron Juan Felipe, María Mayela, Clara Marina. También Federico y Priscilla Soledad quienes fueron procreados por mi padre y María Luisa Reyes.

Nací en Tulyehualco, Xochimilco; en la ahora CDMX; un 10 de enero de 1970. Para mi abuela paterna, Inés Serralde (Necho), todo mi agradecimiento por su amor compartido entre su hijo, nietos, bisnietos y tataranietos.

Después de la primaria y la secundaria, estudie en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía, sin tener realmente una idea de lo que eso significaría.

Ingrese al CCH Sur, donde nuevamente estudio la carrera de Archivonimía y al mismo tiempo concluyo el Bachillerato, con miras a un traslado a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM; para estudiar la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva, por ser un campo que permite conocer y ayudar a mucha gente, relacionado en gran medida al reporte diario y a la creación de textos, dos de mis grandes pasiones.

Tiempo, después ingrese a un Diplomado en la Universidad Iberoamericana “El periodismo y el ejercicio periodístico en la procuración de justicia en México”, experiencia investigativa de gran enriquecimiento y que me afianzó más aún en mi camino.

Con éstas inolvidables experiencias, llegaron mis dos grandes reportajes jamás superados: Amaranta y Tenoch, de apellidos Cabello Aldana.

Vivo la vida al máximo. Me encanta todo tipo de música. Soy conservador y me gusta lo delicado y sencillo de la vida, las complicaciones me rompen la cabeza, aunque a veces tengo algo de masoquista.

Nunca he tenido una mascota propia, por falta de tiempo para su atención. Aunque, adoro el agua y todo organismo que en ella vive, menos a las aguavivas y los tiburones. También, el campo y su olor, la brisa fría y la tranquilidad que en el se respira. Me gusta viajar y conocer aquello que literalmente me ha causado fascinación sobre mi hermoso y fabuloso mundo llamado “Tierra”.

Finalmente, no tengo nada que ocultar, por lo que me expongo tal y como soy ante ustedes. Mi gran secreto la lectura y mis libros.

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