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El miedo, la angustia me dominan, nada es igual en casa. Días antes de la cuarentena las noticias de la propagación del virus ocupan las primeras planas de los noticieros. No llegará al Ecuador pensé mientras en mi celular me fijo en las noticias de lo que, en esos días, ocurre en China, Italia y Estados Unidos, países tan lejanos, que es imposible pensar que el virus se instalará también, en el país.


Dos días previos, salí con mis hermanos: Nancy Romel, Eduardo a comprar. Ellos propusieron ir al mercado Mayorista y fuimos. Al ingreso, a un costado, conductores con sus camiones hacen fila para ingresar a dejar productos en las bodegas. Estibadores, dueños de los locales van de un lado a otro mientras ingresan la mercadería. En uno de estos sitios compramos, arroz, atún, fideos, para la despensa. Nancy mi hermana sugiere que se lleve para un mes, pienso que exagerada es.


Hasta que el jueves 12 de marzo, el presidente de la República, Lenín Moreno, anuncia una cuarentena, sin precedentes en el país.


Obligados a quedarnos en casa, mil cosas se vinieron a mi mente, lo que imagino es que durará unos pocos días y pasará.


Al anuncio se agrega la suspensión de clases, primer sobresalto. Luciana, mi hija de siete años, está en su escuela que queda a pocas cuadras de la casa. Faltan dos horas para que salga. Llega un mensaje al chat de representantes del grado, donde se nos comunica que los niños se quedan en el plantel, hasta su salida habitual, me quedo tranquila.

 Llega el medio día, tomo el taxi ruta voy al encuentro con Luciana. La profesora dice que nos quedemos en casa, y esperemos disposiciones.


En la noche, espero con ansiedad los noticieros, a cada momento reviso las páginas de los medios de comunicación, desde mi celular, me centro en las recomendaciones para disminuir el impacto del virus, una de ellas tener limpia la casa, lavarse las manos con agua y jabón. Lo que antes no era una constante, por el trabajo, se traslada a rutina diaria, compro cloro, desinfectante, bicarbonato.


Para garantizar la limpieza se me ocurre poner cloro en mi dormitorio durante tres noches, para protegerme del virus, grave error, eso lo supe luego.


Internamente reordenamos las actividades. Desde la escuela nos anuncian que tenemos que familiarizarnos con una plataforma para el envío de los deberes; hasta que esto ocurra, las tareas, se mandan al correo de la profesora.

Ajustar horarios en la mañana para que Luciana tenga espacio para los estudios y el juego, no es tarea fácil.


Así pasamos la primera semana, en la casa se combina deberes, juegos, arreglo de casa, la nueva rutina. Mi preocupación por la limpieza se vuelve obsesión.


El 23 de marzo, jugamos con Luciana, en la mañana. Transformamos la sala de la casa área de redacción de la revista Patito. Los editores, periodistas, conductor, fotógrafo, dibujados en una hoja de papel bond, son parte de la revista. Roko, el gato de la casa pasa a ser el secretario de la revista, con una característica particular que Luciana detalla: el gato solo duerme.


Mi hija decidió que yo sea la reportera. Empezamos con la reunión habitual, escogimos los temas, para la portada, las fotografías, el contenido, en fin, el juego fue divertido, hicimos la promesa de volver a la revista al siguiente día.

Para completar esa mañana hicimos ejercicios. Luego almorzamos, conversamos y a las 20:00 sentí un cansancio, no le di importancia, aunque no pasé una buena noche, lo atribuí a la actividad física.


Al siguiente día el decaimiento fue notorio, me dolía las uñas de los dedos, las piernas, todo el cuerpo. Llamé a mi hermana le comento mis síntomas, enseguida pregunta, tienes fiebre, tos expliqué que no, me recomendó tomar un medicamento, para evitar la fiebre, e ingerir aguas aromáticas para aliviar el malestar. Corrí a la cocina, solo tenía canela y un poco de limones, hace tiempo que no tomaba aguas aromáticas.


Mi cuerpo no da más, me acuesto prendo la televisión. En las noticias describen los síntomas del virus: empieza con decaimiento con síntomas progresivos. Imagino que en la noche tendré fiebre y tos.


En mi cabeza se centra la idea fija que mi contagio fue en un baby shower, fiesta a la que acudí días antes de la cuarentena, en casa de una prima. A la reunión llegó gente de la Costa. Justo la noche anterior a mis síntomas, conversé con ella y me comenta que el marido está con fiebre y tos, eso solo confirmaba mi sospecha, estamos contagiados todos. Con este temor me acuesto a dormir, pero no puedo.


Eran las 08:00 del siguiente día, Luciana se alistaba para recrear la sala de redacción de la revista Patito. No puedo moverme estoy débil le pido que dejemos para otro día el juego, miro sus ojos llorosos y su rostro triste. Es por su bien pienso.


A las diez de la mañana el dolor no se va y la angustia crece, llamo a mi hermana otra vez, me pregunta los síntomas, le digo que tengo la nariz seca, me recomienda agua con sal.

Converso con Luciana le pido que no entre a mi cuarto, que tengo una gripe fuerte y que se quede en la sala. Ella obedece, quiero dormir y lo hago por unas horas.
Para prevenir algún posible contagio (segura de tener el virus) separo la vajilla de Luciana marco con esmalte de uñas vaso, tasa y cucharas.


En la noche tomo agua de jengibre no hay tos, pero el dolor de garganta aparece, ahora si estoy segura de que el virus entró a mi cuerpo. Lloro pienso en Luciana, que va a pasar con ella, llamo otra vez mi hermana, le pido que cuide a mi hija. Pienso que si entro al hospital de ahí no salgo. Ella insiste, si no hay tos, ni fiebre, no es el virus.


En la noche una vecina del edificio me escribe y pregunta como estoy, le cuento lo que me ocurre, me baja un poco de valeriana con una caja de manzanilla, me ve mal. Trato de dormir sin hacerlo.


Al tercer día apenas puedo incorporarme. Me acuerdo de que en el chat de padres de familia enviaron un listado de médicos en línea, que atienden gratuitamente por esta emergencia.


Escribo a uno de los médicos, le describo mis síntomas que me empezó el malestar hace dos días con dolor de la garganta, dolor de cuerpo, y nariz seca. Me pregunta tos seca, fiebre, enseguida respondo, no. Me recomienda quedarme en casa tomar aguas medicinales, medicinas, para evitar infección a la garganta y fiebre.

 Sigo las recomendaciones del médico, le añado Infusiones de aguas aromáticas, por tres días, y para la flema mi cuñada me sugiere un jarabe natural.


Con esas recomendaciones me tranquilicé un poco. Nancy está pendiente de mí, y quedamos en ir a su casa. Es lunes estaba lista para ir donde mi hermana, pero me recomendaron que pida una segunda opinión.


Llamé a otra doctora en línea, otra vez le describí los síntomas, le conté que iba a casa de un familiar, y me explica que con los síntomas que tengo debo aislarme y encargar a mi hija, y si llego a tener fiebre, vaya al hospital por emergencia, lo mismo me recomiendan, en la llamada al 171.


Me desespero, a mi hermana le pido que se lleve a Luciana, que me aislaré. Ella se enfada mucho, morirás de la preocupación y no del virus, porque no tienes, expresa.

Me quedo sola en casa, otros dos días más de angustia, sin dormir, sin comer bien, solo tomo las aguas medicinales, y las pastillas, cada ocho horas. En la noche un fuerte dolor de cabeza aumenta mi desesperación.

 Por mi nivel de ansiedad leo todo lo que hace referencia al virus, como ataca, los testimonios y si alguien se curó como lo logró.


Lloro y lloro, me debilito. En las video llamadas trato de ser fuerte hablo con Luciana, la veo contenta eso me alienta, pero no me aleja de la preocupación. Mis hermanos, amigos, me dan ánimos. En las noches los videos de motivación, ejercicios de relajación, me alivian, pero la sospecha del virus persiste.


Al cuarto día me siento mejor, los síntomas de decaimiento desaparecen. Al parecer el exceso de cloro, que por tres noches inundó mi dormitorio, me afectó vías respiratorias.

 Además, que en octubre del año anterior tuve sinusitis y el médico que me trató me explico que si no me cuidaba podía recaer.


Un poco más aliviada, mi hermana sugirió que vaya a pasar unos días en su casa, y accedo, me reencuentro con Luciana, luego de cuatro días de angustia. Me abraza fuerte, lloramos.


Los 15 días que pasé donde mi hermana no son fáciles, en las noches me angustio, me falta la respiración, la nariz seca, sigo con las infusiones, oramos pedimos a Dios que aleje de mi lo que me atormenta, y empiezo a sentirme mejor.


El regreso a casa


Retorne al hogar luego de mi cumpleaños, los primeros días pasé bien, pero la semana anterior vuelvo a decaer, estoy susceptible, vulnerable, por lo que pueda pasar.


Estoy en tratamiento psicológico con una profesional del Ministerio de Salud. La Psicóloga me ayuda mucho con ejercicios de relajación, y de distracción para no tener la idea fija en el virus, escribir también me ayuda a disipar la mente.


A ratos me siento mal, pero trato de pensar en otras cosas, juego con Luciana, inventamos cosas, pintamos, hacemos figuras en cartón, pistas, no es fácil pero aquí sigo luchando no solo con el virus que está en la calle y que aún nos puede hacer mucho daño. Ahora lucho con el virus que en ocasiones invade mi mente.

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