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El lucido. Porque la vida es de colores, no todo es tristeza, no todo es felicidad hay momentos que por si solos parecen sacados de divertidas comedias sarcásticas y este relato que el día de hoy les contaré es obtenido de un amable vendedor de una tienda departamental dedicada al hogar, el cual al ir a comprar algunos muebles nos compartió esta divertida historia que hoy les platico aquí; que nadie se sienta aludido por ello porque esta historia podría ser tuya, mía, de mi hermano, o de mi madre de cualquiera que crea que a veces en el amor no todo es color de rosa.

Una tarde de verano, lejos de la nueva realidad, cuando parecía que ningún inconveniente nos arrasaría, llegó a una tienda de esas que dicen tener todo para tu casa, una linda pareja ella era Mónica y el Octavio, tenían apenas cuatro meses de casados, estaban estrenando hogar y la ilusión que tenían era construir su casa a sus expectativas como lo soñaron cuando eran novios y se encontraban en ese viejo café que se encontraban atrás de la universidad donde ambos estudiaron, graduados de la carrera de economía.

Mónica y Octavio parecían tener la vida perfecta, una carrera, un sueldo prometedor en una empresa privada en la que trabajan de lunes a viernes y ahora un precioso departamento que habían comprado al sur de la ciudad de México.

Ese día, como dos niños llegando a una juguetería miraban por todos lados, parecía que todo se ajustaba a su lujoso departamento, plantas, lámparas, muebles de baño, era como si ahí estuviera los sueños de Mónica cuando desde niña jugaba a la casita y veía tan lejano el día en que se convertiría en esposa, difícil que una mujer en estos tiempos pensara como ella decían los que la conocían pero Mónica tenia esos anhelos y por fin se cumplían; por su parte Octavio no era precisamente el hombre que toda mujer deseaba como esposo, después de años de relación con su novia universitaria decidió de dar ese gran paso, la amaba pensaban algunos pero no era precisamente ese amor para verlos juntos celebrar las bodas de plata.

La joven pareja se encontró a Ulises un trabajador con años de experiencia en el lugar, era el número uno en ventas, Ulises era un hombre realmente feliz se casó enamorado y su esposa lo correspondía en su corazón no entendía porque algunos hombres cambiaban la estabilidad de su hogar por algunos ratos, era uno de tantos pero pocos para la moderna época que vivimos en el que la tecnología es el pretexto perfecto para una aventura amorosa fuera de casa.

Mónica y Octavio encontraron el azulejo ideal para su nueva cocina, era tal como lo soñó ella, con los detalles ideales al igual que esa pequeña cocina que tuvo de reyes algún día.

Octavio no escatimo en gastos y decidió regalarle a su esposa lo mejor para el hogar, como buen hijo de padres abogados Octavio siempre tuvo lujos y comodidades y ahora quería lo mismo en Mónica había encontrado esa estabilidad que sus padres siempre le aconsejaron tener; Ulises hizo el pedido para los casi recién casados, desde que se acercaron a preguntar por precios y términos de entrega Octavio se deshizo en elogios hacia su esposa y hasta cátedra le dio a Ulises, a todas luces le decía que lo importante para una mujer es que siempre se le llene de detalles, que todo lo demás pasa a segundo término cuando una mujer siente que es prioridad para su compañero de vida, para Mónica las dulces palabras de su esposo hacían que lo viera aún más apuesto, para Ulises el ver a otra familia feliz como muchas otras que pasaban por ahí lo hacia que amara más su trabajo y que quisiera a toda prisa que dieran las nueve horas para salir de su trabajo e ir con su familia.

Ulises le pidió algunos datos a Octavio y justo en ese instante algo cambio el momento tan ameno que están viviendo.

Ulises pregunto por el número de teléfono de Octavio y posteriormente solicito un número más, en ese instante Octavio se lució ante su hermosa esposa dictando de memoria el teléfono celular, sin embargo, la sorpresa fue para la pobre Mónica al descubrir que ese no era su número, por lo que su reacción fue mirarlo y decirle que esos no eran sus datos, a lo que Octavio insistente le dijo:-mi amor como no va a ser tu número, si es acuérdate…- Mónica segura de lo que decía le volvió a decir que no era que lo rectificara, sin embargo Octavio luciéndose ante su esposa, insistió en que si era y para que no quedara duda tomo su teléfono celular y marco el teléfono, siendo que el silencio se apodero de los tres cuando no escucharon ningún equipo sonar, hasta que pasados unos segundos una voz femenina y no precisamente la de Mónica respondió el llamado  diciendo: -hola mi amor, ya no estas con tu esposa, si nos veremos hoy-, Octavio no pudo hablar si quiera y colgó rápidamente el llamado; en ese instante parecía que la casa de muñecas que había creado Mónica en su mente caía como los juegos de jenga que tanto jugaba con sus primos; Ulises se puso de mil colores y no supo que decir la mentira se había descubierto.

Mónica se paró de la silla que estaba frente al escritorio del pobre Ulises, que estaba más apenado que nada, Octavio intento pronunciar una palabra pero fue interrumpido por Mónica quien le dijo-me tengo ir, compra el azulejo para ella, Mónica se retiró del lugar no quiso escuchar más todo estaba claro, Ulises se quedó esperando concluir la compra pero Octavio se retiró del lugar atrás de su esposa, dejando las ilusiones en esa tienda departamental.

Una noche en Xallitic
No le jodas la vida a tu hijo

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