El juicio al Chapo Guzmán nos dejó a los mexicanos saber que el nivel gubernamental metido en el narcotráfico es grandísimo. “No hay un mexicano que no se imagine la corrupción, pero por primera vez en Estados Unidos en un juicio como éste, escuchamos de la voz de los narcos hablar de esa corrupción, señaló el periodista Jesús Esquivel.
Para el autor del libro “El juicio. Crónica de la caída del Chapo”, ése es el tema pendiente del gobierno mexicano. “No sabemos qué va a pasar, si lo van a investigar o no. Eso es lo que se debe hacer”, afirmó en una de las presentaciones de su libro.
Todo lo que se dijo en el juicio, las evidencias, son un tesoro para el gobierno de AMLO y si tiene disposición tiene que investigar. Habría que hacerlo para erradicar el problema. Ése es el aporte que hace el juicio, por todo lo que está detrás del Chapo y porque queda Mario Zambada García “El Mayo”, a quien no agarrarán, por lo menos vivo, dijo.
Al presidente Andrés Manuel López Obrador le queda la tarea de pedir al gobierno de Estados Unidos las grabaciones que exhibieron en el juicio y los documentos que deben tener.
Jesús Esquivel, corresponsal de la Revista Proceso en Washington D.C. y quien cubrió las 38 sesiones del juicio que se llevó a cabo en una corte federal en Brooklyn, comentó que para los estadounidenses, el juicio del narcotraficante mexicano sólo trató de aplicar la justicia y de comprobar que metió droga a Estados Unidos. No lo acusaron de asesinatos ni de nadamas.
Lo declararon culpable por todo lo que se demostró y presentó como evidencia. Creo que era imposible que no lo declararan culpable después de que los integrantes del jurado lo escucharon hablar. Su voz en las grabaciones telefónicas ordenando movimientos de drogas, que es de lo que lo acusaron, de trasiego de drogas, eso lo hundió, dijo.
Durante la presentación del libro, comentó algunos momentos de los tres meses de convivencia entre periodistas, el acusado y los asistentes. Mencionó que Guzmán Loera saludaba sonriente a todos, platicaba con sus abogados y el traductor; también refirió las señales con las que se comunicaba con su esposa Emma Coronel Aispuro y las anotaciones que hacía en una libreta amarilla.
Asimismo habló de las dos ocasiones en que lo vio vulnerable. La vez que su esposa llevó a sus mellizas quienes desde lejos le hacían gestos y le llamaban papá. Ahí sí estuvo a punto de llorar, recordó.
El otro fue el 17 de julio de 2019 cuando recibió la sentencia de cadena perpetua y 30 años más, que pasará en una cárcel subterránea donde se encuentra la gente más peligrosa para Estados Unidos, vigilado las 24 horas y con 15 minutos para salir al centro de la prisión, sin hablar ni con el carcelero.
Al ser cuestionado si no es un castigo muy fuerte, el periodista Jesús Esquivel pidió no olvidar que hubo otro con un castigo mayor, Juan García Ábrego, líder del Cartel del Golfo quien fue condenado a siete cadenas perpetuas.
De Guzmán Loera quien llegó a ser una presencia más entre los asistentes, dijo que aunque parece un mexicano común, un hombre chaparrito (1.55 de altura), “bigotón, bonachón, buena onda, con el que te darían ganas de ir a tomarte unas chelas”, no tiene empatía por él, que le duelen más las madres, y los hijos que buscan a sus familiares.
Se acabó el corrido del Chapo. De ahí no volverá a ver la luz del día. Eso lo sabía, afirmó. Lo sabía como también lo sabía su esposa Ema Coronel quien aceptó el papel de esposa de un narco.
Al respecto comentó que tuvo una entrevista con ella en la que le comentó que “el señor”, así le decía a su esposo, era un caballero, que tenía el gran defecto de que le gustaban demasiado las mujeres y que nunca forzó a nadie, ellas querían (ir con él) y sabían quién era.
Respecto al haber sido parte de la lista de Forbes, el periodista Jesús Esquivel dijo que es un mito, porque nadie puede calcular sólo con movimiento y valor de la droga en las calles, y porque si (los narcotraficantes) ganan mucho dinero, lo tienen que gastar “porque te agarran o te matan”, aunque como dijo su esposa Emma Coronel, “ya lo bailado… ¿quién se lo quita?”.