¿Con qué soñarás hoy al dormir? ¿Qué misterio te develará parte de tu propio designio a través de tus sueños? Por eso cuando sueñes pregúntate, al despertar, qué estás haciendo para volver ese sueño realidad. Y ten en cuenta una cosa: muchas veces serás incomprendido, juzgado, quizá vituperado por aquellos por quienes sentiste aprecio. Y ¿qué se le va a hacer?, así es la gente. Es común la falta de empatía; no puedes complacer a todos ni darles por su lado a más personas de las estrictamente necesarias. Por eso muchas de ellas terminarán yéndose de tu lado, de tu vida y de ese futuro que germina poco a poco alimentándose de esos sueños. Así que no te preocupes más de lo necesario: otras han de llegar en su momento. Lo verdaderamente importante es que tú prevalezcas. Que el onírico mundo del que te alimentas para sacar fuerzas de flaqueza encuentre su camino hacia la realidad; hacia su materialización hasta que lo real y la fantasía sean una misma cosa.
Eso te hará saber que lo estás llevando a cabo; que sigues vivo; que vas por buen camino hasta lo que te circunscribe se torne tan extraño como algo inimaginable, como puede llegar a ser un sueño. Así que no desfallezcas. Continúa luchando hasta que sudes sangre. Hasta que tus piernas se doblen y tus fuerzas flaqueen porque justo en el momento en el que sientas que ya no puedes, lo encapotado del cielo comenzará a abrirse para que puedas atisbar las estrellas; a despejarse, despejando a su vez dudas, miedos, zozobras que has ido recogiendo en el camino cual polvo que cubre tu rostro enjuto y maltrecho; tu semblante cansino; esa mirada mortecina con la que has de contemplar tu propia mortandad: la indefectible caducidad a la que estamos sujetos; condenados, si así quieres verlo. Y tómate tiempo para alimentar tus sueños sin importar tu edad. Sigue la gruta que el incesante paso del tiempo ha dejado marcado sobre la cantera de tu vida como un tatuaje bajo relieve hasta que el dolor de tu sacrificio cobre sentido nuevamente.
Sueña entonces esta noche, y la que sigue, y la que sigue hasta el final de tus días… pero no sueñes con momentos mejores: planea mejores instantes. No mires hacia atrás bajo ningún motivo pues lo que aguarda se encuentra frente a ti, de manera que si lo pierdes de vista corres el riesgo de pasarlo por alto irreparablemente y muy especialmente si no te detienes un momento a preguntarte qué estás haciendo para hacer ese sueño realidad. Ese sueño que sueñas de noche. Ese sueño que rumiando mascullas todo el día. Ese sueño que impulsa tus pasos al despertar por cansado que estés. El sueño en el que te concentras por no perder de vista. Que te insufla de vitalidad cuando sientes que te quedas sin energía como un móvil al tercer día. Sí, un sueño que eres tú mismo en sus posibilidades más impredecibles a punto de volverse realidad gracias a tu perseverancia y disciplina. Y, sobre todo, por creer en ti mismo en un mundo dominado por la adversidad, el desinterés y la apatía social. Porque vivir está muy bien, pero vivir tus sueños, ¡eso sí que es increíble!
[…] esposa y esta le dijo viejo fijate que yo creo mucho en los sueños , ademas que considencia las dos calles tienen numero 5 y 20 y si los sumas son 25 los mismos años que tienes de trabajar para correos […]
Me encanto.