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¿Te has preguntado alguna vez “cuántas cosas pude haber hecho pero el miedo me detuvo”? Desde que era pequeña, me encanta el helado de chocolate.

Cuando me llevaban a comprar uno, recuerdo cómo toda ilusionada veía que le despachaban a otros niños y ¡Zas! ¡Por fin llegaba mi turno! Y llena de emoción pedía mi tan anhelado helado de chocolate en como de galleta.

Seguía cada movimiento del señor de los helados.

Era mágico ese momento en que el señor tomaba el cono de galleta, ponía encima una deliciosa bola de helado de chocolate, envolvía el cono con una servilleta y me lo entregaba…

¡Wow! ¡Por fin tenía en mis manos mi helado de chocolate en cono de galleta!

Feliz me daba la vuelta y, en la primera probada… ¡Zas! ¡Mi helado caía al piso!

Siempre era la misma historia, y obvio, los otros niños se burlaban de mí.

Una y otra vez vi como mi helado de chocolate se derretía lenta e irremediablemente tirado en el piso… y junto con él, también se derretía la ilusión que había tenido unos minutos antes.

No sé cuántas veces sucedió, pero yo sentía que siempre era igual.

Estaba tan convencida de que siempre me iba a suceder igual, que ya cuando el señor de los helados me preguntaba: “¿De qué sabor quieres tú helado?” yo le contestaba con cierto desgano: “del que sea… de todos modos se me va a caer.”

A veces vamos por la vida con miedo… miedo que nos paraliza, miedo que nos impide tener lo que tanto anhelamos…

“Si empiezo un proyecto y no resulta, se van a burlar de mi y dirán que soy un fracaso… Mejor ni lo intento.”

“Si pido un aumento de sueldo y no me lo dan… y qué tal que hasta me despiden… No, mejor me aguanto así como estoy.”

“Si le pido salir a cenar y no a acepta, me sentiré como un tonto… Mejor ceno solo en casa y así hasta me ahorro un buen dinero.”

¿Cuántas cosas pude haber hecho y que por miedo no hice?

¡Ah! Por qué eso sí.  Somos geniales para justificar nuestros miedos, encontrando razones para convencernos de que es bueno renunciar a lo que quisiéramos ser, hacer o tener.

Miedo al fracaso, miedo a la desilusión, miedo al “qué dirán”, miedo al esfuerzo y compromiso, miedo a cambiar las rutinas, miedo a…, miedo a…, miedo a…

¿Cuántas cosas pude haber hecho pero el miedo me detuvo?

¿Sabes? El miedo puede detener nuestra voluntad y darle rienda suelta a los pensamientos negativos.

Es muy, muy, MUY peligroso pensar, cuando no se sabe pensar de manera positiva.

“Y que se me fuera cayendo el café sobre estos documentos” y ¿qué crees?… ¡se te cae el café!

“¿Y si fracaso?”… fracasas.

Si tú realmente crees que puedes lograrlo… ¡Tienes razón!… ¡Puedes lograrlo!

Pero si tú crees que no puedes… también tienes razón.

Cuida tus pensamientos, cuida tus emociones, cuida tus acciones.

Dejaste pedirle a la vida, a Dios o al universo “un helado de cualquier sabor” pensando que de todas formas se te va a caer.

Empieza a prepararte para recibir lo que realmente deseas.

Oti, mi hermana mayor, me ha enseñado muchas cosas.

(Metafóricamente hablando) Me enseñó a pedir que me den mi helado de chocolate firmemente puesto en el cono de galleta y a comerlo de una manera segura para evitar que se me caiga al piso.

¿Qué es lo que deseas?

Tienes que ser específico. Tener perfectamente definido lo que quieres y cómo lo quieres.

¿Estás preparado para recibirlo?

Prepárate, lee, ve videos, escucha audiolibros, pide opiniones a las personas que sepan del tema.

Traza un plan de trabajo y trabaja tu plan.

Si realmente es algo que te ilusiona, te emociona, te eriza la piel… te será un placer trabajar tu plan para lograrlo.

Si realmente lo deseas… ya está hecho, ya es tuyo… ¡Te lo mereces!

Pero debes estar preparado para recibirlo y no perderlo en el primer bocado.

Mujeres Insurgentes en la Historia de México
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