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Compró varias antigüedades, unas balas usadas de la revolución mexicana, unas piedras del
desierto de Paredón, pero no se dio cuenta que una de ellas era un hueso y unos días después el
fantasma de Jacinto se apoderó del cuerpo de su mujer y le dijo: «porque te trajiste mi hueso,
¡devuélvemelo!».
Esta historia sucedió hace un año, cuando mi gran amigo desde hace muchos años Juan José de
León fue con su pareja a recorrer Paredón Coahuila, ambos salieron de una colonia del poniente
de Monterrey a bordo de una motocicleta y se fueron a la aventura.
Cuando llegaron a Paredón, estacionaron su moto y empezaron a curiosear, caminaron por los
caminos y veredas hasta llegar a una pequeña tienda de pueblo, entraron para comprar unos
refrescos para saciar su sed, ya que estaba muy fuerte el calor.

Un encuentro paranormal con un fantasma revolucionario

En el interior del negocio se dieron cuenta que tenían en exhibición balas, casquillos, piedras y
otras cosas que se encuentran en sus recorridos por los lugares cercanos que después ofrecen a
los turistas, ya que en esa área hubo muchos combates y encuentros guerrilleros durante la época
de la Revolución Mexicana.
Les gustaron unas balas antiguas y unas piedras del desierto que estaban enmarcadas y se las
llevaron a casa y las pusieron en una de las paredes de su recámara, sin darse cuenta que muy
pronto tendrían un encuentro paranormal con un fantasma revolucionario.
La pareja que tenía Juan José en ese tiempo era una persona muy sensible, tenía capacidades de
médium, es decir, de repente entraban a su cuerpo espíritus que se comunicaban a través de ella,
además tenía otros dones que fue desarrollando durante su vida, por lo que frecuentemente
percibía energías y sucesos extraños y misteriosos. Así pasaron los días, sin ninguna novedad
aparente, hasta que una noche, en que ambos estaban dormidos en la recámara, cerca de las 3 de la
madrugada su compañera se paró de repente gritando: “¿Por qué te trajiste mi hueso?”, e intentó
bajar el cuadro con las balas y piedras que habían comprado.
Juan José de inmediato se levantó desconcertado y su mujer, haciendo una pose de hombre de
rancho, decía: “Yo soy Jacinto y tú te trajiste uno de mis huesos, ¿por qué no me dejas descansar en
paz?”.

Fue un soldado de Pancho Villa, que anduvo en la revuelta mexicana

Entre las cosas que el gatillero de la revolución dijo, que él en su vida fue un soldado de Pancho
Villa, que anduvo en la revuelta mexicana hasta que, en una de tantas batallas, perdió la vida
cuando lo alcanzó una de las balas de los federales.
Juanjo como podía detenía a su mujer que manoteaba y hablaba con una voz muy gruesa como de
un hombre de rancho, como no se detenía, lo que hizo fue agarrar el hueso, le puso alcohol y le
prendió fuego, en ese momento su pareja se desvaneció y perdió el sentido.
Cuándo despertó, dijo que había visto a Jacinto, el revolucionario que traía un sombrero grande de
paja, como los que usaban a principios del siglo pasado y que el hombre traía camisa y pantalón
raído de manta, su piel era morena, casi prieta y de unos 50 años.

Después de vivir esta escalofriante experiencia Juan José todavía mantiene el hueso en su casa,
pero sabe que tarde o temprano tiene que ir a devolvérselo a Jacinto, su verdadero dueño, quien lo
espera en Paredón para poder descansar en paz.
Esta historia está basada en un hecho real, me fue contado por mi amigo Juan José de León, quién
nos autorizó publicarlo.

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Las lágrimas de mi madre

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