“Mi esposo y yo teníamos un Restaurante y todos los días hacíamos limpias, como quemar incienso y regar agua bendita, ya que en ese local, cuando lo adquirimos, había muchas cosas paranormales: movían las sillas, nos encendían las luces, hubo una ocasión que nos prendieron la música, a mi esposo era a quien le sucedían todas estas cosas”.
De manera anónima llegó esta historia a nuestro grupo de Mitos y Leyendas de Monterrey y del Mundo, en donde nos cuentan que un monje calvo se aparecía en un restaurante y no quería que estuvieran ahí, decía que ese lugar le pertenecía.
Continuemos con la narración.
“Nosotros empezamos con las limpias y todo se calmó, por dicha. Sucede que a los meses de tener el Restaurante, salí embarazada, todo mi embarazo lo pasé ahí en el negocio, cuando el bebé nació, me fui para donde mi suegra a pasar la cuarentena y cuando regrese al negocio todo se miraba mal, una vibra muy fea, las ventas bajas, y se miraba como oscuro”.
Por no preocuparme no me había dicho nada
“Yo me fui a vivir ahí, ya que en la parte de atrás había un apartamento, hablé con mi esposo y le dije que qué estaba pasando y él, por no preocuparme no me había dicho nada, pero dice que no dormía por las noches puesto que se le aparecía un hombre y muchos clientes también lo habían visto”.
Ante las cosas extrañas y paranormales que sucedían, la mujer empezó nuevamente a realizar las limpias energéticas al negocio, quemando incienso, haciendo oraciones, poniendo lociones, etc., no sabía que lo que estaba haciendo iba a enfadar al espectro de un monje que ahí vivía.
“Bueno, yo empecé con las limpias nuevamente sin saber lo que me esperaba después. Esa misma noche estaba ya dormida con mi bebé y mi esposo estaba en otra cama en la misma habitación, siempre dejábamos una lámpara encendida, me desperté y me fije la hora en el celular eran las 3,12 am, en eso sentí como que alguien me apretaba las manos, como empujándome a la pared, yo abrí los ojos, pero no miraba nada, sólo sentía que me empujaban, yo lo que hice fue luchar con una mano porque con la otra agarraba a mi bebé, sentía que esa cosa iba a lastimar a mi bebé, yo le hablaba a mi esposo y la voz no me salía, en eso, agarre fuerza y dije —sea lo que seas, ¡no me das miedo!—”
Era un hombre calvo, llevaba una sotana café
«Recuerdo que también le dije —¡No eres bienvenido acá, vete!— y pude ver que esa cosa era un hombre calvo, llevaba una sotana café, era muy pálido y me dijo que ese lugar le pertenecía y que tenía que pactar con él, que esas cosas que yo hacía le molestaban, que yo no podía correrlo de ahí, y en eso me desperté vi a mi bebé todo normal, sólo quedó un olor como a agua podrida, le hablé a mi esposo y le comenté”.
A pesar de que fueron muchas las luchas contra el monje y de que hicieron hasta lo imposible para sacarlo y sacar adelante su restaurante: “Al final decidimos dejar el negocio por el bienestar de nuestra hija”.
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