El ejercicio físico a través de los años. En una reciente entrevista le preguntaban al subsecretario de salud sobre cuando consideraba él que regresaríamos a la normalidad y su respuesta fue que probablemente nunca. La palabra es muy fuerte. ¿Qué significa? ¿Nosotros no vamos a ver la normalidad como la conocíamos? O ¿Dentro de muchos siglos van a seguir sufriendo por el Coronavirus? Creo que la respuesta no fue bien pensada y que como político, no quieren salir de los reflectores que le ha dado esta pandemia.
Decía Bill Clinton, ex presidente de Estados Unidos, que la política es el show business para los que no son guapos.
Entendamos que las mentes más brillantes de la ciencia médica están trabajando a marchas forzadas para encontrar una vacuna y/o una cura que elimine las muertes y que esta dolencia no sea peor que una gripe fuerte.
Sin embargo, creo yo que la lección debe ir en otra dirección. En algún momento, no vamos a dejar de abrazarnos, seguiremos yendo al cine y a los juegos deportivos, iremos a bares y antros y la juventud seguirá disfrutando esos años tan maravillosos. Lo que debemos de aprender es a fortalecer nuestro sistema inmunológico y nuestra salud, no solo por el Coronavirus, sino por otros agentes patológicos y por nuestro bienestar.
Probablemente algunos lectores ya piensan que el mantenerse en forma constituye una vida aburrida y quiero empezar estas reflexiones con una anécdota que le sucedió a una amiga: Ella contaba con apenas catorce años de edad cuando fue a su primera fiesta en la que habían jovencitos.
En aquel entonces ella era una niña floja para el ejercicio, comía dulces y golosinas que tomaba con refrescos, tenía algo de sobre peso y estaba fuera de forma, lo que hizo que nadie notara su presencia en la reunión. A pesar de su temprana edad, su actitud fue muy madura, en lugar de culpar a los muchachos por lo triste que se sintió, decidió ponerse en mejor forma y de ahí en adelante, las fiestas se convirtieron en divertidas.
Pero permítame, el amable lector, mencionar algunos puntos de reflexión:
El primero sería que no estamos hablando de convertirnos en esclavos del gimnasio y de la dieta. Eso dejémoslo a los atletas de alto rendimiento. Si simplemente nos hacemos activos durante el día, realizamos breves rutinas de ejercicio entre dos y cuatro veces por semana y mantenemos una alimentación razonablemente sana, la mayoría de las personas habrán hecho un cambio que dejara cuantiosos dividendos.
Existen una gran cantidad de ejercicios que pueden ayudarnos, sin embargo, hay dos que son superiores a los demás, el primero es caminar, el cuerpo humano está hecho para caminar. Esto pueden ser largos paseos en lugares agradables, así como las actividades diarias, así que a pararse y a mover las piernas; la otra es la que te guste, de muy poco sirve tratar de hacer algo que no disfrutes.
Puede ser levantar pesas, bailar, nadar, andar en bicicleta, correr, yoga, gimnasia, jugar futbol o tenis y muchas otras. A mí en lo particular, me gusta levantar pesas y combinarlo con ejercicio aeróbico.
Las personas que beben con moderación viven más que las que no beben y que las que beben en exceso. Seguramente podemos recordar muchas fiestas en las que el que se divirtió más no fue el borracho al que todos le sacaron la vuelta y terminó enfermo y dormido en algún sillón, pero tampoco el que no tomo nada, estuvo muy serio y se quiso ir temprano, sino aquellos que sintieron la euforia causada por las amistades, el buen comer y algunas copas. Existen personas que a la segunda o tercera copa “se transforman”, convirtiéndose en gente vulgar, agresiva y o violenta. José Mujica, ex presidente de Uruguay, solía decir que el poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son (la expresión tiene su origen en la antigua Grecia). Creo que lo mismo se puede aplicar al alcohol.
A menos que tengas un gusto culinario terriblemente dañado, no veo cómo te puede parecer más sabrosa una galleta de harina blanca con mucha azúcar, rodeada de grasa animal y con sabor artificial a chocolate, que un buen filete de salmón con verduras y una deliciosa ensalada, acompañado con una copa de vino. Pero espera, ¿las verduras pueden ser a la mantequilla y la ensalada puede llevar un aderezo? Por supuesto, si se trata que disfrutes tus alimentos. Tengo preferencia por las frutas como postre, combinadas con frutos secos (almendras y nueces) y por el chocolate amargo, que va muy bien con el vino tinto, pero si el fin de semana o en la comida en un restaurante de manteles largos se incluye un postre muy sabroso, adelante caballero, quizás un solo plato para compartir con la pareja.
En la rama matemática de la estadística, existe un análisis de correlación que estudia la relación (valga la redundancia) que existe entre dos variables.
El resultado puede ir desde más uno, cuando se comportan en la misma dirección, alrededor de cero, cuando no hay relación entre las variables y cercano a menos uno, cuando el comportamiento es inverso. Un ejemplo sería la estatura de las personas y su peso corporal. Las personas más altas tienden a pesar más, por lo que el número que arrojaría sería positivo y no lejos del uno. Los doctores y los matemáticos han estudiado por mucho tiempo la longevidad y su correlación con muchas otras variables. Sorpresivamente, la que mejor se correlaciona es la actividad sexual, para la que estaremos mucho mejor preparados si estamos en forma y no se asusten, esta puede muy bien, el ser fiel y con una sola pareja.
Espero que en estos últimos párrafos hayamos compartido una visión en la que algunos cuidados de nuestra salud, bienestar y porque no, nuestra apariencia, pueden darnos una vida más larga, más sana y mucho más divertida.
Lo siguiente que quiero compartir, tiene que ver con el título del artículo.
Seguramente, si no todos, si la enorme mayoría de los lectores, son menores que un servidor, pues ya cuento con setenta años de edad, que en octubre serán setenta y uno, lo que me da la perspectiva de los años.
Con algunas advertencias, voy a compartir cuando es la cúspide de la fortaleza física y como se da el declive al pasar de los años. Para este análisis tengo que seleccionar un ejercicio que la enorme mayoría de los que visiten un gimnasio lo conozcan, para lo que escogí el press fuerza en banco o “bench press” en inglés.
Voy a tener que mencionar números para que los lectores puedan evaluar y mis dos advertencias son: 1) nunca use drogas y o hormonas que mejoran el rendimiento (anabólicos esteroides y hormona del crecimiento), si los hubiera usado, los resultados hubieran sido superiores en mi juventud, pero si aún estuviera yo vivo, por el declive en mi producción natural, hoy sería mucho más débil; y 2) es un ejercicio de la parte superior del cuerpo, si hubiera escogido uno para la parte inferior, digamos la sentadilla, el declive hubiera sido mayor.
Las piernas pierden más fuerza con los años que la parte superior del cuerpo.
Algunas de las barras de ejercicio están en libras y otras en kilos, por lo que algunas cifras serán exactas en kilos y otras en libras. Lo primero es que en contraste con la velocidad, la fuerza física llega a su cúspide a mayor edad y se conserva por más tiempo. Mi press de banco con más peso fue a mis treinta y siete años de edad y fue con dos cientos cinco kilos (451 lbs.).
Todavía siendo yo un cincuentón (52 años) logré un levantamiento de ciento ochenta y ocho kilos con cuarenta y un centésimas (415 lbs). No lejos de lo que había yo hecho quince años antes. Ya a mis sesenta años, levante un máximo de ciento setenta y cinco kilos (385 lbs). Los últimos diez años han sido un poco más rudos conmigo. Hace tiempo que no hago máximos, pero por el peso que uso en mis repeticiones, creo estar por los ciento treinta kilos de press de banco y si me dejara subir de peso corporal a lo que tenía cuando hacía esos levantamientos (lo que no voy a hacer), probablemente estaría alrededor de los ciento cincuenta kilos.
Si tomamos esta última cifra, lo que hace los números más comparables, hay una pérdida de fuerza en la parte superior del cuerpo de casi el 27% en un periodo de treinta y tres años. Creo que a muchos de ustedes les puede parecer interesante lo que pasa a nuestra fuerza con los años y les deseo que todos ustedes lleguen a ser considerablemente mayores de lo que yo soy ahora.
La última parte sería la respuesta a la pregunta que quizás tengan varios de ustedes y que sería: a mi edad, de que me sirve la masa muscular.
Para un multimillonario, cien mil pesos no significan nada, pero para una persona muy pobre, son mucho dinero, o sea, que cuando algo escasea, adquiere más valor y la masa muscular es algo que nos cuesta trabajo conservar con los años, pero permítanme mencionar, para cerrar el artículo, cuatro grandes ventajas en conservar la fuerza a través de los años:
1.- La masa muscular es un gran protector contra infecciones de todo tipo al fortalecer el sistema inmunológico. No creo que en estas fechas de pandemia necesitemos elaborar mucho sobre la importancia de este sistema.
2.- Es relativamente común que un adulto mayor muera a consecuencia de una caída, no en el momento, pues no son golpes mortales, pero se rompen huesos como la cadera, de ahí en adelante les cuesta trabajo caminar y el deterioro de la salud es notorio hasta terminar con la muerte. La protección natural en estos casos la forman dos elementos: la masa muscular y la densidad ósea, que también se fortalece con el ejercicio de resistencia (pesas).
3.- “Mi hijito, me ayudas a levantarme de la silla” o “me sirves agua en mi vaso porque no aguanto la jarra”. Estoy seguro que a la mayoría de ustedes no les gustaría vivir estas situaciones por el mayor tiempo posible. Yo perdí casi el 27% pensando que subiera yo de peso corporal para hacerlo equitativo o el 36% considerando lo que ahora peso, esto, considerando que nunca deje de el ejercicio por un periodo importante.
4.- Lo viejo no nos quita lo vanidosos, podemos ser señores, adultos mayores o don, como nos dicen en muchos pueblos mexicanos a los mayores; pero, por el mayor tiempo posible, no queremos ser viejitos o ancianos. Hace mucha diferencia en nuestro estado de ánimo.