Desperté en medio de un sueño profundo, llegaba recién a casa, con las luces apagadas, las cuales iba encendiendo una a una, la rutina me presidia, deslizando mis zapatos a la orilla de la entrada, pise descalza, atravesando la casa mire su vacío, la soledad era mi única compañía, otra vez.
Sólo quería dormir, esas largas horas profesionales, me estaban llenando de fatiga crónica y dolores musculares, la jaqueca diaria me hacia tumbarme en cama a penas cruzaba la puerta, esta vez, para variar, me di una ducha intermedia, recuerdo haber salido en camisón y me recosté sobre el sillón, poco a poco me fue venciendo el sueño, cuando oí una voz que me despertó de pronto, era una niña, traía en sus pequeñas manos ensangrentadas una navaja, sentada en el suelo gris, entonaba a ritmo de copla unas letras inentendibles, mientras contenta jugaba, le hablaba pero no atendía, su cabello oscuro castaño cubría su pequeño rostro mientras tallaba sus manos contra el piso, no paraba de jugar, en cuclillas.
Yo tan solo la observaba, admirando su menudez, cuando de pronto pude darme cuenta de mi entorno, aquel lugar tan familiar, me era desconocido, sombras se materializaban y se difuminaban como transeúntes en paseo peatonal, ya no supe de mi, mi rostro cual bufón se torno pálido, una muestra de delirio me acechaba, aquella criatura sobre la mesa desde lo alto me hablaba, mientras yo, era ahora la niña con la navaja que feliz jugaba, sus voces hacían eco en mi cabeza,
¡Hazlo, hazlo, hazlo!, repetían, sus piernas desnudas hasta las rodillas, hacían rabietas encima de la mesa, -¡Si vas a hacerlo, ata muy bien el nudo!- su vocecita era directa, -¡Corta profundo será menos el dolor!-
sonreía a mis espaldas, sin voluntad propia, cual marioneta obraba, haciendo cortadas hería mis manos, mi rostro fue el blanco perfecto para tal acto, abriendo la piel de ceja a labios, de frente a nariz, un poco mas psicópata en cada trazo, sintiendo el ardor de cada arañazo, sin ver el rostro de quien me hablaba, frente al espejo con mirada maníaca daba rienda suelta en mi a sus mandatos, ignorando el dolor, sin la conciencia puesta encima, envuelta en demencia, sangrando despierta mientras dormía, -¡Ya llegue! – Su voz como truco de hipnotismo me despertó…
El corazón haciendo acto de presencia quería salir corriendo por la garganta, el sudor frío caía por un costado de mi frente, las palabras ahogaban aun el grito silencioso que moría por salir fuera.
Era tarde, el día aparecía después de una larga noche, mi jornada laboral terminaba iniciando la mañana, recibiendo a las entrevistas de aquellos candidatos, a el ultimo lo recuerdo bien, ARANRLOS, tenía como nombre en su solicitud, una transcripción en portugués de un chico venezolano; cuerpo atlético, pelo castaño, grandes ojos marrón y una sonrisa tímida, hablaba nervioso contando sus experiencias, con especial atención interpretaba su inquietud, ver su manejo del estrés me parecía simpático, tratando de a calmar su ímpetu, frote su espalda en señal de camaradería, intentando tornar aquel momento bochornoso en algo mas cómodo, cada palabra manifestaba la intríngulis que acumulaba, terminábamos, el salía de la oficina para decirle a su acompañante que todo había salido mal, con una mueca en mi rostro desmentí sus palabras, ella me miraba con la esperanza de que fuera contratado, era su hermano, así que se preocupaba por el, lo cite para iniciarlo, con su cara sonriente se despidió, me gire, solté mi cabello gustosa por haber concluido con el trabajo, sobre la mesa unos sobres, cuentas, publicidad, un poco de nada, mientras a mis espaldas entraba mi hermana, me entrego la cámara fotográfica, estaba dañada.
Me reprendió -estaba afuera, olvidada- me dijo, la tome entre mis manos y encendí su pantalla, ahí estaba yo, con el rostro cortado y con la mirada perdida, el polvo en mi cara me hacía parecer un payaso mudo, que al verme así, todo volvió, los intentos, las marcas, las risas, el llanto, continué mirando, hasta que la vi, cuando “ella” apareció, no pude soportarlo y tan solo arroje lejos aquella pieza, temiendo haberle hecho daño, todo parecía tan solo una mala broma, pero su imagen arrojando sangre por la boca, me hizo recorrer en un escalofrío que me cubrió por completo, tan frágil, tan vulnerable, tan valorada por mi y tan demente que me estoy volviendo, la desesperación me tomo, lagrimas brotaron como agua emanando de manantiales, acurrucando mis rodillas no quise saber mas, ¡Despierta, maldita sea, despierta!, se repetía una y otra vez, aquella frase en mi cabeza, hasta que tan solo y por ultima vez parpadee y abrí los ojos…
¿Cómo romperse uno cuando se esta rota por completo? tanto tiempo sola, enfrentando guerras, demonios, fantasmas y pasado, para venir a pulverizarme con una imagen tan borrosa, por un sentimiento confuso que abusaba de su efecto, tanto tiempo siendo fuerte, que no se sabe que hacer para poder ser débil, para poder recibir la cura de una herida de muerte.
Y quise llorar y abrazarme con fuerza, quise huir y meter la cabeza en la tierra, pero solo pude sentarme a la orilla de la cama con la mirada baja, con el corazón triste y mis pies colgantes, mientras en su vaivén sin animo iban arrastrando mis emociones en cada segundo que se hacia tarde.
No importa cuantas veces duela, sigue ahí, adentro, haciendo de las suyas, aprisionándome en el miedo de no poder soportar un día…