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En un instante tomé conciencia y me di cuenta que no sabía en dónde estaba, el lugar se encontraba en penumbras, olía algo extraño; era un aroma que no estaba registrado en mi memoria, era desagradable al olfato… de repente escuché ruidos y un gritó desgarrador. Me di la media vuelta y la imagen que estaba frente a mi era aterradora, mi esposa estaba siendo atacada por una bruja, espectro o extraño ser se estaba metiendo en su cuerpo por la espalda.

No podía creer lo que veía eran las piernas de mi esposa y en la parte superior eran dos torsos el de mi mujer y de esa entidad de pelo negro y largo con un rostro envejecido, arrugado era tan terrorífico que daba miedo solo de verla, era algo parecido a unas siamesas que comparten un solo cuerpo.

Me quedé inmóvil por unos segundos, no sabía qué hacer cuando de repente y como un chispazo de luz se me prendió el foco y entonces desde o más profundo de mi ser grité: «Dios mío ayúdame, mándame mi escudo protector.»

Mi cuerpo se empezó a iluminar, la luz recuerdo era más intensa en mi cabeza que en mi cuerpo, pero estaba totalmente cubierta por ella… corrí hacia mi esposa y agarré a la bruja de los brazos tratando de quitársela encima.

Quería sacar a ese ser endemoniado que parecía haber salido del mismo infierno, me arañaba con sus unas tan largas que parecían garras y me maldecía y pronunciaba palabras que no entendía, no se si era un dialecto u otro idioma.

No podía sacarla, la bruja era muy fuerte por lo que volví a pedir ayuda a Dios y al Arcángel Miguel, la luz que emanaba de mi cuerpo se empezó a convertir de color azul y sentí que llegaba a mí una fuerza descomunal.

Y sin siquiera pensarlo empezaron a salir de mi boca una serie de decretos y oraciones que iban más o menos así: «Por el Poder de Cristo, por la voluntad de Cristo y por la Majestad de Cristo.

Y por el Poder de la Magna Presencia de Dios que Yo Soy… yo te ordeno que salgas de ahí.» Deja a mi esposa en paz.

Pasaron varios segundos en qué estábamos peleando de una manera desgarradora, entre la vida y la muerte.

«Dios todo Poderoso mándame el manto de Cristo para amarrar a esta bruja y sacarla del cuerpo de mi esposa Juanita”.

Empecé a hacer movimientos circulares con mi mano derecha, y mientras que con la izquierda sacaba a la bruja y de repente empezó a formarse un hilo grueso y blanco como fosforescente con el que empecé a amarrar la cabeza de la bruja.

Seguí amarrándola y sacándola de su espalda, por más que quería zafarse la bruja no podía, ya estaba empezando a controlarla.
«El Poder de Cristo es más grande que tú, tú en mí no tienes ningún poder, porque el Poder pertenece a la Magna Presencia de Dios», seguía diciendo yo, con una voz fuerte y poderosa.

Continúe sacándola y amarrándola, ella seguía gritando y manoteando, hasta que llegó el momento en que parecía una crisálida o una momia toda envuelta en el manto de Cristo.

Por fin pude sacar a la bruja del cuerpo de mi mujer y pedí a Dios y al Arcángel Miguel que me enviara a dos Ángeles del Rayo Azul de Protección Divina y en unos segundos aparecieron en un rayo de Luz, eran dos guerreros alados vestidos como en la época romana, con sus sandalias amarradas desde sus tobillos hasta debajo de las rodillas, en su cintura traían una espada con su fornitura.

Yo se las entregué, les dije que la enviaran al Origen Divino para que pudieran transmutarla, consumir su maldad en el Fuego Divino y así convertir lo negativo en positivo.

Los Ángeles se pusieron uno de cada lado de la bruja, la agarraron y emprendieron el vuelo, fue asombroso ver a esos seres Divinos llenos de Luz cuando abrieron sus alas y empezaron a elevarse, primero lentamente y después con la velocidad del rayo se perdieron de mi vista.

Mi esposa cayó desvanecida, la tomé entre mis brazos y le pedí a Dios que nos devolviera a nuestro hogar.

Solo fue un instante, en un abrir y cerrar de ojos, un flashazo de luz y desperté agitado en la cama y mi esposa desvanecida y dormida a mi lado, aunque noté que tenía una expresión en su cara, me parecía que era de alivio.

Inmediatamente empecé a agradecer a Dios por su gran ayuda y asistencia ya que siempre nos socorre en momentos de necesidad.

Gracias, Gracias, Gracias Dios por toda tu ayuda.

Extracto del sueño consiente o viaje astral que tuve el miércoles 8 de septiembre de 2021.

https://laredaccion.com.mx/la-fantasma-del-periodico-la-razon/manuel-marroco/
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