Diógenes se levantó tarde esa mañana, apuró el paso para llegar a la parada del autobús, que lo llevaría de su comunidad “El Reventadero” al centro del pintoresco pueblo de San Esteban, en la Huasteca Baja Veracruzana, donde trabajaba.
Ya muchos años atendiendo en la única tienda de libros, en esa aldea olvidada hasta por sus mismos habitantes, los que se quedaban y los que emigraban buscando nuevos y mejores horizontes.
Desde pequeño fue un apasionado de los libros, pronto se convirtió en un devorador de las historias policiales, los cuentos, las novelas, cualquier relato con ese tema atrapaban su atención, el suspenso y el misterio cautivadores del lector, lo hacían su prisionero hasta el final. Había leído tanto de autores ingleses, estadounidenses y latinoamericanos, que se sentía preparado para tejer sus propias narraciones de corte detectivesco.
Ese viernes después de bajar la cortina del local, se enfiló a la taberna “El Luchador”, un poco alejada del mundanal ruido del centro, y de cualquier mirada indiscreta.
En ese lugar servía su bonachón propietario Don Chayo y por cortesía de la casa, con la cerveza brindaba una exquisita botana.
A las siete la cantina lucia llena de alegres ciudadanos, que por la plática y la música que vociferaba una sinfonola, no percibían el paso del tiempo, ni la oscuridad que empezaba a filtrarse por las añejas ventanas del antro.
En una mesa cerca de la barra, se podía ver al avispado Diógenes en amena conversación con los amigos de siempre, Simón, el profesor de la Primaria y Senén el médico del Centro de Salud, con ellos podía hablar no solo de trabajo y las situaciones de familia, sino de problemas sociales del municipio, que incidían en el desarrollo de sus labores en la comunidad, ignorancia, pobreza, marginación, migración, inseguridad y otros que tenían al pueblo en ofensivo atraso y hartazgo.
Para no variar, en esa ocasión, Diógenes puso en la mesa de la discusión el tema del nuevo gobierno de Pancho González, un líder popular y triunfador en las últimas elecciones, y que traía un proyecto de cambios profundos, a favor de la justicia social y el progreso del pueblo.
Continuó su discurso, pero no será nada fácil, los políticos desplazados y los grupos de poder dominantes, ya se aliaron y estarán confabulando en su contra para que su administración naufrague lo antes posible.
Todo el mundo se da cuenta de las maniobras que se traen Don Ramón, el dueño de la panadería y el hotel “El Principal”, junto con Don Ricardo, el de la concesión de la radiodifusora y con influencias en la capital del Estado, además Don Delfino, el que estudió para licenciado no sé dónde, pero regresó y ahora está con los poderosos por dinero o posición social.
Se ven muy enojados con Pancho y seguro tienen su plan siniestro y empezaron su acción de guerra, con el objetivo, primero, de desestabilizar y quizá después derrocar al nuevo gobierno dizque comunista de Pancho.
Entonces, está claro amigos, terminó Diógenes, el modesto vendedor de libros, ¿Quién está detrás de los ataques al nuevo gobierno, de la peor guerra mediática declarada también por las redes sociales?, no se necesita investigar mucho, cualquiera con sentido común puede decir que es la elite, compuesta por los empresarios, la clase política tradicional y hasta los pocos intelectuales del pueblo beneficiarios del decadente sistema anterior, que urdieron sin el menor escrúpulo , la estrategia de exterminio del enemigo y soltaron a sus sicarios para cumplir esa tarea.
Bebió el último trago de su cerveza y les dijo a los dos amigos antes de retirarse, Ustedes me dirán que soy un conspiranoico, pero piénsenlo, cuídense y saludos a la familia.
FIN de esta ficción. Hasta la próxima.
Nada alejada de la realidad de nuestros políticos,lo bueno que sólo es una ficción….saludos