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Llegué al Centro de Salud por mera casualidad. Había estado en una fiesta y al regresar a casa tomé el tren suburbano en la dirección incorrecta. Llegué a Buenavista. La cosa se puso interesante cuando recibí el mensaje de una amiga que me invitaba a echar unos tragos en un lugar de la colonia Roma. Como no era tan tarde y ya la había regado al subirme en la dirección incorrecta, acepte la invitación sin saber que ese día iba a entrar en un verdadero refugio de la música y el underground.

Por fuera se veía como cualquier otro edificio de la colonia: una casona más con adornos de piedra mamalones en las ventanas y la puerta. Había unos chicos de seguridad sonrientes y dispuestos a revisar sin mucho afan a las personas que entraban. Y ahí me di cuenta que este lugar era otro patín… Puros compitas vestidos de negro haciendo gala de estoperoles y pulseras de colores. Una que otra morrilla llevaba las botas de plataforma más altas que he visto en mi vida. Cabellos de colores, azules, morados y verdes. Entonces me di cuenta que eso se iba a poner bueno. 

Pagué los $20 pesitos de cover y subí las escaleras, entonces la ví: una pista de baile atestada de gente que se contoneaba y disfrutaba al ritmo de los beats que salían de las tornamesas de un DJ. Cabe aclarar que había gente de todos los colores y sabores. No puedo decir que todos fueran vestidos de negro porque sería falso. Había hipsters, hippies, rockeros y una mujer ataviada con un vestido de novia que andaba brinque y brinque entre la gente. Entonces creí apropiado seguir el protocolo que aplica cuando se llega a un lugar nuevo: ir a la barra por una caguama y comenzar a interactuar con la gente. Me encantó que además de chela también tuvieran mojitos, mezcal, tequila, vodka. Era genial. La música, la gente, el ambiente. Estaba bien chido hasta que recibí la llamada de mi amiga. Me decía que me estaba esperando en el sótano. ¿Sótano? Se me hizo extraño, así que pregunté a la chica de la barra (Cabellos rojos, corsé y uñas color negro).

-Tienes que salir por allá y bajar las escaleras- señaló hacía un lugar que aún no recorría.

Caminé hacia allá y pasé por un baño que estaba tapizado con stickers de bandas y de graffitis y de dibujos sin sentido, había uno de un perro azul. Entonces descubrí que la tina de porcelana que en algún tiempo sirvió para que alguien se diera un lujoso baño de burbujas, ahora se había convertido en un mingitorio desprovisto de todo glamour. Este lugar me estaba sorprendiendo y eso era bueno. 

Llegué a una escalera de metal, de esas típicas escaleras «mataborrachos». Pues hasta la pinche escalera estaba llena de gente y también bailaban y sonreían y se notaba que se la estaban pasando bien chido. Me saludaban como si me conocieran, acepté algunos de los tragos de cerveza que me ofrecieron y solamente así pude abrirme paso hasta abajo.

Entonces llegó una nueva sorpresa: Al desquiciado que proyectó el antro se le ocurrió tener más de un DJ. De manera que podía disfrutar de música de los 80’s, Post Punk y Techno en un mismo lugar y solo tenía que dar unos cuantos pasos para ello. Cada «habitación» de la casona había sido convertida en escenario con diferentes tipos de música. De nuevo gente divirtiéndose y bailando y entre todos ellos encontré a mi amiga empinándose una cerveza «de cruzadito» con una de los hippies que hacía un rato había visto arriba.

-¿Qué pedo, Hotch? ¿Cómo ves este lugar?

– Está poca madre.

Y ya simplemente nos pusimos a bailar como toda la demás gente. Nos hicimos amigos de unos cuates que venían de Puebla, que a su vez se hicieron amigos de los hippies, que ya se estaban hablando con otras chavas. No recuerdo en qué momento o después de cuántas cervezas pero nos pusimos a bailar con la novia fugitiva; le aventamos espuma de chela, aventamos el ramo y terminamos de after en la casa de no sé quién. 

Centro de Salud es un lugar al que he regresado más de 10 veces. Cada vez que alguno de mis amigos del interior de la república viene a pasear, lo llevo. Sé que no se  decepcionarán.

En lo personal me encanta el ambiente, la decoración de paredes oscuras con luces de neón rojo o morado o amarillo. Las pinturas que adornan los rincones y la «jaula» de los DJ’s. Un ambiente bien underground en el que he conocido gente muy chida y con la cual todavía salgo a dar el roll. 

Larga vida al Centro de Salud.

Yo soy Hotch Perro dale like y comparte.

See you luego. 

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