La mañana estaba fresca, acababa de llover torrencialmente, el aire se respiraba frío y limpio. Normalmente a esa hora era un caos, pero los deslaves de tierra hacían difícil el paso de los carros por esa zona, así que los conductores preferían rodear esa cuadra para evitar accidentes.
Tala es un pueblo bastante pequeño cerca de la ciudad de Guadalajara, aunque viajar mínimo media hora a Guadalajara de ida y vuelta era un fastidio, no cambiaba la tranquilidad de su casa por nada del mundo.
Danna llegó a su casa, se quitó los tenis enlodados después de correr sus 3 kilómetros diarios como lo venía haciendo religiosamente todos los días desde hacía un año, suspiró, se estiró para relajar los músculos y se metió a la cocina donde tomó una pieza de pan y así empezó su rutina diaria.
Atorada en el tráfico de la mañana, como todos los días conectó su teléfono al bluetooth para escuchar su playlist de “Atorada en el tráfico” la que usualmente escuchaba cuando, bueno, ya saben. Se escuchaban canciones que la hacían feliz, canciones de los 90’s de magneto, de Fey, de mi banda el mexicano, canciones rancheras, rock oldies, Indie. Pero vamos la hacían feliz.
Miró la hora en el celular y maldijo, llegaría tarde otra vez, ¡maldita lluvia!, se dijo para sí misma, en la mañana agradecía a Tláloc el regalo, pero ahora que el tráfico estaba a vuelta de rueda ya no era gran fan del señor del agua.
Marcó el número de su asistente, que de seguro estaría enfadadísima, para asegurar que la modelo ya hubiera llegado.
Al colgar se sintió mejor, todos estaban retrasados por las lluvias, bueno: de lo malo, lo bueno, pensó.
Al llegar a su estudio, ya estaba todo acomodado, luces, filtros, las cámaras, los lentes, la utilería, en fin todo.
Poco a poco el staff iba llegando, el estilista, la modelo, los asistentes, y así comenzaron con el photoshoot.
La modelo era bellísima, pero no de la belleza común, tenía rasgos mulatos con una gran melena rizada y rojiza, ojos grises, como el cielo en esos momentos, “ojos color tormenta” pensó y sonrió. La modelo se mostraba seria pero profesional, si Danna le indicaba tal pose, o cambiar accesorio o cualquier detalle ella sin problema se ajustaba.
Por su estudio fotográfico se habían pasado gran variedad de modelos, hombres, mujeres, niños, perros, bebés, pasteles, y hasta escobas, vaya de todo, pero no había disfrutado una sesión como aquella, había algo en esa chica que la hipnotizaba, hasta su nombre le gustaba, Emanuelle. Después de 4 horas de sesión entre los preparativos y el shooting agradeció a todos y poco a poco se fueron retirando.
Estaba sola viendo de nueva cuenta las fotos en los monitores del estudio cuando escuchó que tocaban la puerta de nuevo, abrió y vio a la chica con los ojos de tormenta, se quedó absorta en sus ojos solo 5 segundos asombrada por lo inesperado, 5 segundos que parecieron una eternidad, que la hicieron ver en su mirada la calma previa a una tempestad, se dio cuenta de la incomodidad de la situación y la invitó a pasar.
Emanuelle comenzó a buscar por todos lados como desesperada, movió sillas, revisó mesas hasta que con ayuda de Danna dio con lo que andaba buscando, su preciado objeto estaba debajo del mueble de utilería, lo agarró con reverencia entre sus manos y lo besó con alivio, era una canica pequeña que a simple vista parecía oscura, pero de cerca se podía ver una pequeña galaxia, era simplemente hermosa.
Dio las gracias a Danna y se preparaba para salir, cuando de reojo vio sus fotos en pantalla.
Había tomas de ángulos que ella no recordaba, pero que le gustaron mucho, Danna se acercó y le comentó que por costumbre dejaba rodando dos cámaras más para tomar las transiciones de una pose a otra, y que hay veces que de ahí sacaba más material. Se quedaron platicando por mucho tiempo, y del modelaje y la fotografía empezaron a hablar de Pintura, de Teatro, de cine de televisión, de libros, de comida de olores, de cómo un sonido o un olor te puede llevar al pasado, se rieron mucho y se olvidaron de todo.
Era como una pequeña burbuja donde el tiempo no transcurría… pero sí lo hacía, el teléfono de Emanuelle sonó regresándola al presente, maldijo fuerte al recordar que tenía que estar en otro sitio para esa hora, se disculpó por las molestias causadas y se dispuso a salir.
Danna con la naturalidad que la caracterizaba le propuso volver a platicar otra vez, tal vez en un café o el lugar que ella quisiera, Emanuell sonrió y aceptó, intercambiaron números y se quedaron felices las dos.
Lo que hacía muchos años Danna no sentía lo empezaba a sentir, un delicioso hormigueo en el estómago, no solo por la belleza de ella, sino por su inteligencia Vamos, solo se vieron un día pensaba, tal vez solo era un espejismo, solo la primera impresión y ya. Pero algo en ella le gustaba demasiado y ya quería volver a verla.
Después de escribirse diario por una semana acordaron por fin un día y un lugar, se hubieran visto antes, pero sus agendas ya estaban hechas, así que ese domingo en el café Calligari les cayó perfecto.
Danna llegó temprano al lugar, revisando su celular, mensajeándose con Emannualle sonriéndole a la pantalla con cada mensaje y cuando le llegó una foto de la ella en el tren ligero sacándole la lengua y haciéndole viscos mientras de fondo una señora la veía raro, lo que le sacó una risa más fuerte de lo que esperaba.
Se acercaba la hora y se ponía más y más nerviosa.
5 minutos después de la hora y se sentía feliz.
15 minutos de retraso y ya no aguantaba las ansias, le escribió para apurarla.
30 minutos y aún no llegaba, se empezaba a preocupar, le marcó y no contestaba.
1 hora después se levantó de la mesa preocupada, no sabía gran cosa de ella, solo su nombre y su teléfono, le marcó muchas veces, muchas más y nada.
El corazón le dolía, tal vez solo cambió de opinión, tal vez tuvo un accidente, no podía hacer nada, no se habían ni agregado aún a Facebook. Siguió marcándole pero era inútil, ya habían pasado más de 4 horas.
En su cuarto rezaba para que nada le hubiera pasado y que solo fuera una cretina que se había arrepentido de salir con ella.
Al día siguiente recibió llamada a su teléfono de trabajo de un número desconocido, muy normal debido a que ese era el número de contacto, el que estaba en redes sociales y anuncios, pero sintió miedo de contestar, se escuchaba la voz nerviosa de una mujer mayor, que se identificó como la mamá de Emanuelle, le preguntó si sabía algo de su hija, le dijo que el número lo había sacado de internet, que sabía que su hija la iba a ver, que no había llegado a dormir, y que ella no hacía eso, que estaba muy nerviosa, su hija siempre contestaba.
Danna se quedó helada, le dijo todo lo que sabía a la señora y colgó. Lloró, la chica no era el amor de su vida, no era ni su novia, pero dolía, tenía miedo por ella, ¿Qué debía hacer? solo la había visto una vez.
Pasó el segundo día y aún no sabía nada, hasta que en el feed de Facebook leyó la noticia que cerraba todas las posibilidades.
“Encuentran a joven asesinada, violada y torturada en lote baldío de la colonia san Andrés cerca de estación San Jacinto”
En la nota se leía el Nombre de Emanuelle, y los detalles horrorosos de su muerte.
No había manera de que Danna pudiera comprender aquello, se suponía que se verían, que saldrían de nueva cuenta, que se enamorarían que estarían juntas, que se amarían. O tal vez se verían una par de veces y sería solo sexo, divertido, caliente y poco a poco perderían el interés, cada una haría su vida y seguirían adelante. Envejecerían tendrían familia y todo habría quedado como otro episodio más.
¿Pero eso? Esa crueldad, ¿truncar una vida así? Lloró, y lloró no solo por la posibilidad perdida del amor, lloró sobre su propia muerte, lloró por la familia de Emanuelle y por las familias de las muchas otras víctimas, por la impunidad por el abandono, y por todas las muertas. Y lloró aún más porque sabía que en un país tan jodido como este, Emanuelle no sería la última.
Nota: En México en promedio 10 mujeres son asesinadas todos los días.
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