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Tengo una de las llamadas «enfermedades raras».  Al parecer la tengo desde que era una jovencita, pero brotó y después de muchos estudios y análisis, me dieron el diagnóstico apenas hace pocos años. El nombre de esta enfermedad es Síndrome de Behçet, enfermedad de Behçet o enfermedad de la ruta de la seda.  Es un desorden del sistema inmunológico que provoca que mi propio cuerpo me ataque por error.

El Behçet no tiene cura, pero se puede controlar, y justo estoy en ese proceso.

Ahora no voy a entrar a términos médicos, ahora les quiero compartir un poco de la parte emocional. Me caigo, me levanto y me sacudo.

Entre los medicamentos que uso y el daño que la misma enfermedad me ha dejado, a veces mis piernas están menos fuertes de lo necesario para sostener mi paso, en especial la pierna izquierda, además, por daño en el sistema nervioso periférico pierdo fácilmente el equilibrio, así que también uso un bastón para disminuir el riesgo de las caídas.

Hace más de un año, comencé a hacer algunos ejercicios para fortalecer mi cuerpo y gracias al apoyo de mi hermana mayor me he estado preparando en aprender como fortalecer mi voluntad.

Las caídas físicas han sido cada vez menos frecuentes.  Al principio cada vez que iba a dar al suelo, mi ánimo también caía.  A mis más de cincuenta años de edad y después de haber sido tan bailadora, deportista y activa, cada caída me provocaba mucho miedo, incertidumbre y ansiedad.

Estoy aprendiendo a ser más cuidadosa en mi andar, sobretodo al salir sola a la calle.  Y también estoy aprendiendo a levantarme y seguir adelante, tanto física como emocionalmente. 

Enfocarme en la solución.

Ha sido importante identificar y aceptar el problema.  Tengo una enfermedad y ya, aquí está, la atiendo con el tratamiento, ejercicios y medicamentos. Ahora con la pandemia, en el hospital en donde están los médicos que me atienden, no nos da consultas desde que empezó la cuarentena.  Así que también estoy aprendiendo a llevar esto y controlar los brotes sin consultas ni seguimiento.

Ya sé lo que tengo.  Ahora el asunto es cómo lo enfrento.  Emocionalmente es muy agotador estar pensando en los daños, los dolores y los miedos.  Así que sé que debo invertir mis energías y pensamientos en lo que me hace estar lo mejor posible cada día, todo el día todos los días.

Después de varios días de sentirme prácticamente perfecta, hoy volví a caerme.  Me dio mucho enojo y frustración caerme justo cuando me siento mejor.

No pude evitarlo y me puse a llorar de coraje, pero después de unos momentos, recordé que yo tengo el control y yo decido cual debe ser mi reacción. Así que pensando en una solución, decido hacer más ejercicio y tener más precaución.

La lección que hoy me llevo es que debo identificar el problema, y enfocar mi poder y energía en la solución.

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