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Amar es un sentimiento natural en el ser humano y lo vivimos en todo momento, así, sin darnos cuenta, y es en el ámbito de la familia en donde comenzamos a recibir y experimentar las primeras muestras de amor.

El amor es algo que demostramos con nuestros actos y no desde la base de la razón, crecemos rodeados de amor aunque en algunos casos se trate de un amor mal entendido.

Esta en la naturaleza de la madre amar a su hijo desde el momento en que sabe que se encuentra gestando a un nuevo ser en su vientre, claro que existen algunas circunstancias en que algunas mujeres no reciben con alegría la noticia de un embarazo, pero esas serán las excepciones y no la regla.

Y aunque actuemos muchas veces en forma automática en nuestro diario vivir, si nos detenemos a analizar nuestras acciones podremos darnos cuenta de que la gran mayoría de ellas están impulsadas por un acto de amor.

En épocas anteriores la familia se conformaba por un padre que era el proveedor económico del hogar, una madre que se dedicaba al cuidado de los hijos y de la casa y los hijos dedicados a sus estudios.

Ese estereotipo ha cambiado en los tiempos modernos debido a diferentes factores socioeconómicos que demandan hoy en día una mayor participación de la mujer en el sostenimiento del hogar y muchas veces de los propios hijos que abandonan los estudios para trabajar y aportar ayuda a la familia o que estudian y trabajan al mismo tiempo.

Las parejas hoy en día absorben juntas las responsabilidades no solo del mantenimiento sino del cuidado del hogar y de los hijos y se organizan a fin de cubrir entre ambos las necesidades del día a día.

Y aunque la rutina nos agobie basta con detenerse un momento para descubrir que cada uno de nuestros esfuerzos en el diario vivir son un acto de amor, el padre que labora arduamente para proveer de bienestar a su familia, la madre que amen de trabajar fuera del hogar se esfuerza por mantener un ambiente de orden y cuidado, los hijos que estudian y aportan con responsabilidad muchas veces su trabajo o la ayuda en los quehaceres domésticos, etc.

Pero aparte de que nos vemos envueltos en la rutina, por lo general estas actividades son muestra del amor que sentimos hacia nuestra familia.

El amor es la fuerza que nos motiva y de la que menos estamos conscientes, el constante ir y venir de las responsabilidades diarias nos agobia de tal manera que tendemos a caer en la automatización de nuestros actos y a no considerar las razones que nos impulsan a realizar dichas acciones.A veces es  necesario hacer un alto, detenerse a analizar, observar sin prisa y valorar lo que nos rodea.

Al hacer una pausa podemos captar esos pequeños detalles que por lo general damos por hecho y no le damos el valor que merecen, damos por hecho que tenemos un techo sobre nuestra cabeza, pero no nos ponemos a analizar que ese techo es producto del esfuerzo y el trabajo de nuestro padre o de nuestro marido o de la familia entera, solo lo vivimos pero no vemos lo que hay detrás de esa seguridad que nos brinda tener un sitio que llamamos hogar y aun cuando ese lugar donde radicamos no fuera propio, es arrendado con el producto del trabajo de quien o quienes nos aman tanto que procuran siempre nuestro bienestar.

Tenemos un plato de comida en nuestra mesa y obviamente no solo no consideramos que los ingredientes con los que se preparo dicha comida también fueron adquiridos con el producto del trabajo sino que ademas en su elaboración estuvieron las manos amorosas de nuestra madre o de la esposa, incluso del propio padre que a veces colabora en los quehaceres domésticos.

Y cubrimos nuestro cuerpo con ropa igualmente adquirida a veces con sacrificios, y no pensamos en ello, lo tomamos como una obligación que han adquirido nuestros padres al traernos a este mundo, y si, es su responsabilidad proveernos de nuestras necesidades, pero es una responsabilidad que asumieron en base al amor, primero al amor que existe entre ellos como pareja y después al amor con el que decidieron tener hijos y formar una familia.

Nos enajenamos en la rutina, nos ofuscamos con el constante ajetreo de nuestras actividades muchas de las cuales realizamos como autómatas, por eso es importante parar de vez en cuando, darnos unos minutos para ver lo que nos rodea y apreciar nuestra verdadera esencia, la esencia natural del ser humano es el amor, aprendamos a ver en nuestro derredor el amor que ha generado nuestro diario vivir.

Aprendamos a recibir con amor lo que con amor se nos brinda, veamos el reflejo de ese amor en la mirada de nuestros padres, de nuestros hermanos… Ya platicaremos mas adelante de otros caminos del amor que recorremos fuera del núcleo familiar como un homenaje a Febrero, el Mes del Amor y la Amistad.

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