El amor desorientado. Muchas veces sabemos que amamos a alguien pero no sabemos realmente amarlos, no sabemos como expresar nuestro amor realmente porque nadie nos a enseñado a amar.
Amamos a nuestros padres pero nos sentimos sometidos a ellos ya que ellos mismos no saben como amarnos y sienten que con mantenernos, vestirnos y educarnos, con darnos preparación escolar es suficiente para demostrarnos su amor.
Y crecemos así, creyendo que así es el amor, un cumplimiento de responsabilidades y ya.
Amamos a nuestros hijos, y estamos tan desorientados en relación a como demostrar nuestro amor que los llenamos de juguetes y los sobre protegemos de tal manera que no sabemos como desarrollar en ellos todos sus potenciales y creemos que con llenar su tiempo de actividades es suficiente.
Amamos a nuestra pareja y los hombres sienten que cumpliendo como proveedores del hogar es suficiente y las mujeres creen que con cumplir con sus responsabilidades domésticas cumplen como esposas y ninguno de los dos está en lo correcto.
Como pareja muchas veces el amor se confunde con la pasión, se puede tener una relación extraordinariamente buena en el aspecto físico pero malísima en otros terrenos como el emocional o el intelectual. O por el contrario, se puede llevar una excelente relación de convivencia en los aspectos emocionales e intelectuales pero carecer de una satisfacción física plena.
¿Qué sucede cuando no existe equilibrio en nuestras relaciones afectivas? ¿Como resolver cuando no sabemos como demostrar nuestro amor a nuestros seres queridos?
Afortunadamente hoy en día podemos contar con la asistencia de especialistas en estos terrenos a los que podemos acudir, ya sea individualmente o como pareja a fin de que nos orienten y nos guíen para encontrar el camino adecuado para mejorar nuestras relaciones, ya sea como pareja, como hijos, como padres y aun como amigos.
Hoy en día es de lo mas normal acudir a terapistas y terapeutas que nos proporcionen la información propicia que favorezca nuestras relaciones,
nos vemos envueltos en tantas actividades y responsabilidades que olvidamos decir un «te quiero», «que linda», «que guapo te ves», «¿en que te ayudo?» detalles que pasamos por alto pero que en un determinado momento pueden se importantísimos para nuestra pareja.
Nuestros hijos no solo necesitan de las cosas que les damos, necesitan nuestra atención, nuestro tiempo, nuestra compañía, nos necesitan a nosotros, necesitan que los escuchemos, que les preguntemos sobre su día, sobre sus amistades, sobre sus inquietudes, necesitan saber que cuentan con nosotros incondicionalmente y que pueden confiarnos lo que sea, necesitan sentir la seguridad de que en un problema, sea cual sea, la primer persona a quien puede acudir libremente será a su padre, a su madre, a ambos.
Así es como debemos analizar la forma en que amamos o deseamos ser amados, porque la gran mayoría vivimos un amor desorientado, no es el amor romántico de historias de ficción la aspiración real del ser humano, sino un amor maduro, centrado, firme, con bases solidas de comprensión y respeto mutuo, un amor verdadero, real, que al final de cuentas envolverá no solo a la familia, sino a quienes conviven con cada uno de los miembros de la misma.
Amar no es solo cumplir con nuestra función sino dar y darse sinceramente, en cuerpo, alma y pensamiento, es cuidar del bienestar emocional de nuestros seres queridos, dedicarles tiempo, comunicarse en un camino de dos vías y ser totalmente honestos, quien ama, no hace daño.