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Si bien sabemos según relatos históricos, los piratas son descritos como bucaneros terroríficos y vulgares que se dedicaban al saqueo de los barcos y puertos a los que llegaran, actualmente la palabra pirata se emplea más bien para referirnos a artículos de dudosa calidad, aunque también se nos viene a la cabeza todos estas “copias” de artículos de marca o propiedad intelectual.

Y ¿qué pensarían si les contara que hubo una época dorada para estos aterradores personajes?, un lugar en donde la piratería no solo pasó a ser legal si no que fue considerada un trabajo digno y defendido por los monarcas. Así es, estamos hablando de la Inglaterra del siglo XVI, donde el pirata dejó su título de pirata para convertirse en “Corsario” llamados así por disfrutar de la patente de corso, un tipo de licencia para ejercer la piratería bajo el consentimiento del Rey o de alguna autoridad.  Estos “piratas fifis” llegaron hasta nuestro continente y es que según buena parte de los estudiosos de la piratería en América coinciden en señalar que existieron diversas circunstancias que actuaron favorablemente en el desarrollo de aquella práctica.1

Por ejemplo, el famoso Sir Walter Raleigh realizó una expedición en la actual Venezuela con la intención de descubrir minas de oro, logrando su cometido y tomando posesión de parte de este país en nombre de Inglaterra.

Otro ejemplo son los terribles asaltos del legendario pirata Laurens de Graaf a 2 de los puertos más importantes del virreinato en la Nueva España: Campeche y Veracruz. Cabe destacar que de Graaf (Lorencillo pa los cuates) fue el único capaz de atacar con éxito estos puertos y el único en capturar un navío de la Real Armada Española.

Y aunque estas son historias legendarias de ataques y expediciones piratas casi sacadas de un libreto de Hollywood, la realidad es que en estos tiempos la piratería sigue causando estragos sociales, la infracción de los derechos de propiedad intelectual e industrial es el modus operandi de la piratería contemporánea, pero ¿cómo daña esto a la sociedad?, ¿cuáles son las cifras implicadas en estos actos?,¿qué daño puede hacer comprar un bolso, unos tenis o una película pirata?

En México, la compra de productos piratas es un acto cotidiano, México forma parte del top 5 de piratería global  y  según diversos datos 8 de cada 10 mexicanos consumen productos piratas, los cuales cabe destacar no pagan impuestos generando un grave daño económico por la evasión de estos,  si lo pensamos bien, la piratería va más allá de la compra y venta de artículos, hablamos de redes inmensas de tráfico y corrupción, que no solo dañan las cifras económicas de una empresa o país,  también causan estragos en la salud, si hablamos de cifras, según la revista FORBES México en una entrevista a Daniela Ortiz, representante del Consejo Nacional de la Industria Tabacalera (Conainta), señaló que la piratería de tabaco representa riesgos a la salud, pues se estima que 12% de los cigarros en el mercado son ilegales y pueden resultar tóxicos.

En 2017 El Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) presentan los principales resultados de la “Encuesta para la medición de la piratería en México” entre estos datos destaca: 37.5 millones de mexicanos consumieron música pirata¸ 34.8 millones consumieron películas piratas, 4.8 millones de mexicanos consumieron software pirata, y 1 millón de mexicanos consumieron esculturas piratas.

Es importante que antes de decidir comprar un artículo de esta procedencia consideremos la enorme red de corrupción que existe detrás de estos artículos, así como el daño que ocasionan a la economía y a nuestra sociedad. La piratería sigue siendo un acto vulgar, no seamos parte de ella.

HISTORIA DE LA PIRATERÍA: CONSIDERACIÓN DE SUS APORTES EN LA BÚSQUEDA DE LOS LADRONES DEL MAR. Débora Y. Ontiveros Ramírez

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