Cupido
Pareciera que el trap sólo necesita de una tornamesa para armarse y estos españoles gustosos lo llevan a otro nivel en una fusión extraña pero que va a influenciar a los más flojos del llamado género urbano.
Si bien hay algo de simplicidad en la lírica que aparece como su lado más flaco, lo demás es un ejercicio de búsqueda que matiza una personalidad cursi pero significativa. Todavía mejor resulta esta combinación de baja fidelidad con frases que suenan sinceras y fáciles de empatizar con la audiencia juvenil.
Hay un juego de distorsiones y efectos vocales que resultan simpáticos pero no quedan en la mera ociosidad como ocurre con otros exponentes del género, aquí hay realmente una propuesta, no es precisamente trap para avanzados, pero intentan desde lo básico alcanzar la travesura musical que otros muchos no han podido.
La Dispute
Los de Michigan se toman en serio eso de armar capas y capas de sonido para tratar de envolver sus historias, lo que convierte este trabajo en una experiencia sin igual.
A pesar de que a ratos llegamos a estos gritos desesperados de quien pide atención como reacción natural ante la ansiedad, el disco está muy lejos del desgarrador metal y es una suerte de travesía multisonora que igual toma elementos del jazz libre así como del rock progresivo.
Esta constante evolución en los sonidos es la constante de cada tema, donde el piano más delicado puede servir como base pero al final cede por las ganas transgresoras de la banda de encontrar una voz propia.
Morrissey
Al igual que Weezer a comienzos de año, «Mos» decide sacar un disco de covers por la simple y llana razón de que puede y quiere hacerlo. Las reinterpretaciones de temas de autores como Bob Dylan o Phil Ochs no aportan nada novedoso y, aunque no son una calca, tampoco es como que el británico haya decidido ponerse lúdico con ellos.
¿El hilo conductor? Todos son músicos con una ideología completamente opuesta al conservadurismo y quizá lo que buscaba el británico era fijar postura (una vez más) o tal vez sacarse la espinita de su ronco pecho para volver por la senda creativa.
Estamos ante un disco intrascendente, que va directo al cajón de banalidades que de vez en vez se permite uno de los egos más grandes de la música, por eso precisamente es casi un hecho que aquí no hubo más que ganas de montar un karaoke de canciones favoritas.