Partidos políticos, elecciones, acusaciones, descalificaciones, presuntos abusadores, asesinatos, persecución, culpables, responsables, campañas y artimañas… Por favor ¡Ya basta! ¡Mi mente va a estallar!
Y entonces busco otros temas, algo más relajado… Tomo el control y cambió el canal. El mundo del espectáculo dejó a un lado el arte, para lograr mayor fama y popularidad ahora se valen de hacer escándalo.
Divorcios, traiciones y triángulos amoroso. Violencia, drogas y secretos revelados… El mundo del espectáculo totalmente contaminado.
Y por si todo esto fuera poca cosa, ahora cualquier actor buscando un hueso, ahora resulta que todos pueden aspirar a ocupar un curul en la Cámara de Diputados.
Apago la TV
Mi cabeza no resiste más, mi mente está saturada de tanta negatividad. Las voces del televisor no tienen ya sentido, pero aunque no entiendo nada, esa gente de la pantalla no para de hablar.
Decido apagar el televisor, mejor voy a leer un poco… Empiezo por revisar los mensajes de WhatsApp, pero me encuentro con una terrible verdad: más política, más violencia, más noticias que sólo me provocan ansiedad.
Reviso Twitter, Facebook, Instagram e incluso Telegram. Todas las redes igual de contaminadas, no cabe duda de que la negatividad, con o sin pandemia, es el virus más letal y el más peligroso de todos por lo fácil que se puede propagar.
¡Basta ya!
Si continúo consumiendo toda esta basura, me voy a enfermar. El primer síntoma es cuando repito la opinión de todos esos conductores y opinadores, aunque mis argumentos no estén confirmados, simplemente me dejo influenciar y hablar es equivalente a vomitar.
¡Basta ya! Es absurdo seguir consumiendo veneno por decisión personal, por libre voluntad. Tengo que diferenciar entre estar informados versus estar obsesionados con la mente dominada por la televisión o la pantalla de una tablet o del celular.
Quizá es justo este momento para tomarme unas vacaciones y hacer una dieta mental.
Tomo un libro, algo tipo Bruno Traben, Rubén Darío u Oscar Wilde, escucho música de Mozart , Bach o Beethoven, y me comienzo a desintoxicar.