El sonido de una notificación de noticias en mi móvil hizo que yo despertara. No era tan tarde, si acaso serían la 1.30 a.m. Aproveché la situación para ingerir el medicamento que está haciendo que mi salud regrese, ya que en últimas fechas, la situación respiratoria en mí no ha sido nada favorable. Me senté por un breve instante al borde de mi cama, tomé el celular y vi la noticia. El cantautor argentino Diego Verdaguer perdía la batalla ante esta amenaza que ha barrido con muchas vidas a lo largo del mundo. El COVID 19.
Inmediatamente vinieron recuerdos de mi adolescencia, pasajes inequívocos de una vida que ha acumulado historias, algunas fructíferas, y en otros casos, dignas de no estacionarse en ese segmento.
Me llegaron en tropel todas esas melodías de Diego Verdaguer, cantautor gaucho, aquellas que por el año 1978 se convertían en verdaderos éxitos, y por supuesto quedándose en el gusto de los oyentes.
Como no repasar, el pasadiscos, la ladrona, volveré, así es mi amor, etc.
Otra melodía que me conmueve es la de “Pídeme” canción que mi esposa pone en nuestro programa radiofónico cada que tiene oportunidad. Quizás sea una razón para recordarme que nuestro amor en nuestra relación sigue vigente.
La vida una vez más nos demuestra que no hay división, muere el rico, muere el pobre, muere el que ignora, muere el que sabe, muere el amado, y muere el insensato. Muere el que tiene fama, muere el olvidado.
La vida no es cuántos tramos recorridos hicimos, sino las huellas que durante ese lapso dejamos.
Huellas que perdurarán en los corazones de aquellos que seguirán recordando la forma en la cual nos conducimos en nuestra existencia.
Respiro profundo y vuelvo a tratar de dormir, no sin antes voltear y echarle un ojo a mi compañera de aventuras, y despacito le canto:
“Tan bonita es cuando está dormida
Tan angelical, tan pequeña niña
Ella es lo mejor que pasó en mi vida
Antes de su amor, para qué vivía.”
Es hora de entrar en el mundo de Morfeo.
Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa