Día de San Valentín, Día de los enamorados o Día del amor y la amistad. ¿Sabes cuál es el origen de esta celebración?
En el siglo III, en Roma, el emperador Claudio II, prohibió la celebración de matrimonios entre los jóvenes, porque consideraba que los jóvenes solteros y sin vínculos familiares que los ataran sentimentalmente, serían mejores soldados a su servicio.
Había un sacerdote llamado Valentín, quien se opuso a la orden del emperador Claudio II, y comenzó a celebrar en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. Es por eso que, dentro de la iglesia católica, se popularizó que San Valentín sea el patrón de los enamorados.
Cuando el emperador Claudio II, se enteró de la desobediencia y los matrimonios secretos que celebraba San Valentín, lo sentenció a muerte. Sentencia que se llevó a cabo el 14 de febrero del año 270, acusado por desobediencia y rebeldía.
La comercialización
La comercialización de esta celebración, inicia a mediados de la década de 1840, por la norteamericana Esther A. Howland quien emprendió con la venta de tarjetas de regalo con motivos románticos y dibujos de enamorados. Vendía con gran éxito sus productos en la librería que administraba su padre en Worcester (Massachusetts).
Actualmente, y aún en momentos difíciles para la economía mundial, las tarjetas, flores, chocolates, peluches y muchos productos más, se siguen comercializando en conmemoración del Día de San Valentín.
Buscamos el detalle perfecto y a nuestro alcance, para ese amigo o amiga importante, así como para el amor de tu vida o para aquel secreto amante. Incluso buscamos el regalo para el intercambio con nuestros compañeros de trabajo, algo aunque sea sólo para cumplir con el compromiso.
El regalo más importante
Checo la lista de los regalos, ya los he comprado todos, sólo me falta terminar de envolver algunos que, por ser los más caros, decidí dejarlos hasta el final. Quería verlos y admirarlos por un ratito más.
Y entonces, al observar los regalos, caigo en la cuenta de que los más caros, son aquellos que compré por compromiso… ¡Caray! Gasté demasiado sólo para impresionar.
Sigo observando los regalos que voy a dar, y veo que los más sencillos y discretos son aquellos que tengo para la gente que me importa más… Esos regalos son sólo un pretexto, porque lo que realmente quiero darles es la certeza de que los quiero y que siempre contarán conmigo sin que el tiempo o la distancia sean un estorbo para seguir siendo amigos.
¡Aquí falta un regalo! El más importante de todos… Pero sé que con que le dé día a día mi amor sincero, adecuados cuidados, protección y respeto, podrá sentirse feliz y muy amada, esa persona que cada mañana me sonríe cuando le sonrío… Así siempre sucede cuando me miro al espejo.