Día de la libertad de expresión
En el maremágnum de vocablos que se alzan con ímpetu, cuando el deseo se funde con decir sin miedo lo que se piensa, se convierte en una libertad de expresión.
La pluma sigilosa arranca los velos de la opresión y da voz a los sin voz.
Como un fluyente rebelde que desborda los límites impuestos por opresores de cuello Blanco.
En el marco del día de la libertad de expresión, donde el eco de las voces disidentes se niega a ser silenciadas, la pluma es un pájaro indomable, que vuela sin cesar, ansioso por compartir la verdad.
Escribir no es únicamente un derecho, es una gran responsabilidad, es arma de doble filo, es palabra que maldice y bendice. Hoy en día, vemos infinidad de notas, de noticias en los rotativos impresos y electrónicos sembrar odio entre nosotros mismos, sin conciencia y sin respeto.
El derecho a disentir, a desafiar las normas establecidas, a levantar la voz contra la injusticia, es un legado que no podemos dar por sentado. Pues en la censura yace el germen de la ignorancia y el miedo, mientras que en la libertad de expresión germinan la creatividad, el progreso y la esperanza.
Hoy, como herederos de espíritu indomable, debemos seguir adelante con el estandarte de la libertad de expresión en alto. Escribir con la pasión de quien se sabe libre, expresar con la convicción de quien no teme al silencio impuesto.
Que las palabras sigan siendo nuestras aliadas en la búsqueda de un mundo más justo y equitativo. Que no seamos cómplices del silencio, sino embajadores de la libertad de expresión. Que nuestras voces sean las melodías de la resistencia, resonando en cada rincón donde se ahoga la verdad.
En hora buena para todos aquellos que con su pluma les dan claridad a sus ideales, creando una sociedad con credibilidad, confianza y honestidad.
Se los comparte su amigo de la eterna sonrisa
Edgar Landa Hernández.