Un hecho innegable es que la mujer es un ser vulnerable en muchos periodos de su vida, cuando es niña, cuando pasa por la pubertad y la adolescencia, y cuando se enfrenta a circunstancias especiales que le permiten ser resistente y resiliente por un lado, pero que la deja totalmente indefensa por otro. Existen desde siempre, tipos que están al acecho de estas mujeres vulnerables a quienes seducen sin que ellas muchas veces sospechen las intenciones que subyacen a sus actos, estos hombres representan una ínfima parte del genero masculino pero no por ser minoría deberán ser ignorados. Los depredadores son básicamente oportunistas, están al acecho y pareciera que pudieran oler literalmente la vulnerabilidad en la mujer, aparecen de la nada, están presentes para ir aplicando poco a poco las técnicas de seducción que hagan caer a sus víctimas en sus garras.
Cuando mencionamos depredadores, imaginamos inmediatamente a hombres mayores que seducen a jovencitas en plena adolescencia cuya vulnerabilidad es fácil de detectar ya que proceden de familias disfuncionales de bajos recursos económicos y con problemas de alcoholismo o drogadicción en casa y que son presas fáciles debido a su profundo deseo de escapar del nefasto ambiente que las rodea, ellos les ofrecen una alternativa que por inexperiencia e ignorancia se les hace fácil tomar para darse cuenta tiempo después en la trampa en que cayeron siendo muchas de ellas víctimas de tratantes de blancas tanto en México como en el mundo entero.
Pero existe otro tipo de depredadores, estos son menos obvios, más sutiles, así como existen también otro tipo de víctimas, mujeres que se liberan de una relación tóxica y que se encuentran en proceso de liberación por un lado de una pareja abusiva y de recuperación de su auto estima por otro lado. Estas mujeres que literalmente se encuentran lamiendo sus heridas y en búsqueda de nuevos derroteros que a su vez pasan por una serie de situaciones tanto legales como laborales, que están intentando formar un hogar para si mismas y que luchan por recuperar un lugar que perdieron en la sombra de una relación escabrosa, estas mujeres que se pudiera pensar que son empoderadas, en realidad son frágiles como cristal fino, emocionalmente se sienten desamparadas, y aunque en lo externo se les ve decididas a salir adelante, en lo interno están llenas de temores, dudas e inseguridades.
Esta fragilidad les hace presas fáciles para los depredadores emocionales, estos tipos son por lo general hombres que han fracasado en relaciones anteriores, llenos de rencor y resentimiento que al no tener calidad moral para tener una relación normal de pareja, van circulando por el mundo al acecho de mujeres vulnerables ante quienes pueden representar el papel de hombre fuerte, seguro de si mismo, refugio seguro y un respaldo que le de tranquilidad a esa mujer afligida.
Y ahí, desde la sombra de su vida oscura e inútil, aparece un hombre que se inventa a si mismo para seducir a una mujer de la que desde un principio se esta aprovechando, porque la sabe frágil, la sabe vulnerable y como zorro astuto la acecha y la va cercando poco a poco, en ese peligro vive la mujer que en el proceso de salir de una relación escabrosa puede caer en otra tan mala o peor que la anterior.
Los depredadores están al acecho, esos tipos solo tienen una pretención, poseer a la mujer por un tiempo, sin compromiso, sin darse, solo el afán de satisfacerce a si mismos y sentirse héroes por un tiempo, pero esa máscara de héroes no se puede sostener por siempre, una vez logrado su cometido de conquista y posesión, ellos mismos pierden el interés y se alejan dejando solo dolor y destrozo a su paso.
Es de vital importancia que la mujer, sea joven o madura, este consciente de que ese tipo de hombres existe y que son solo embaucadores emocionales, no son reales, no son buenos, son manipuladores, explotadores, mentirosos, son ídolos con pies de barro que sostienen una careta provisional y son más que nada un peligro para el equilibrio espiritual de la mujer.
Sabiendo de la existencia de estos depredadores y viéndolos así, como son, porque irremediablemente aparecen en el momento más susceptible de la mujer, siempre, siempre aparecen… ese, el que puede ella pensar que es su amigo, ese, al que ve solo como un compañero de trabajo o quizá como un jefe, ese que aparentemente no tiene más interés que estar ahí respaldándola, ese es, cuidado, ese es… Y de ese precisamente es de quién hay que alejarse.
Los depredadores son destructivos, no tienen empatía hacia los demás, básicamente son narcisistas que se regodean en la satisfacción de sus propios intereses y no tienen en lo absoluto la capacidad de amar.
Esos entes malvados están al acecho de nuevas víctimas siempre y en todo momento, son animales ponzoñosos, crueles, insensibles que se esconden tras la apariencia de un ser noble y dedicado, ese es el mayor peligro, creerles.