En muchos comercios, lo que antes era un departamento especial para recibir las quejas de los clientes, ahora se substituyó por un buzón en donde generalmente hay formatos y un bolígrafo para que la gente externe el problema, o un sitio de internet para que ahí hagas tu comentario.
Creo que ha sido una gran idea eliminar estos departamentos, porque no quiero imaginar cómo terminaba el personal que recibía las quejas de los clientes o usuarios. Estar varias horas al día escuchando quejas y absorbiendo el malestar de los clientes debe ser realmente estresante y enfermizo.
¿Sabías que la mayoría de las quejas en buzón o por internet no son atendidas?
Te envían un mensaje en dónde te agradecen el comentario y te ofrecen que estarán al pendiente de la situación. Y muchas veces esta respuesta es por medio de un sistema automatizado, ni siquiera es una persona quien te está respondiendo, pero por lo menos ya te dieron la oportunidad de desahogarte.
¡Deja de quejarte!
Estoy de acuerdo en que debemos expresar nuestra inconformidad cuando algo fue injusto o incorrecto. Estoy de acuerdo en que debemos reclamar nuestros derechos. Pero esto no significa que pasemos días semanas, meses y hasta años quejándonos, lamentándonos o enojados por una situación que, sencillamente ya pasó.
Entre más te quejes de tus problemas, más problemas tendrás de qué quejarte.
Deja de enfocarte en los problemas y enfócate en las soluciones. Si tienes la posibilidad de cambiar las cosas, hazlo y si no, déjalo ir y relájate.
El estarte quejando, te posiciona en un estado negativo, proyectando a tu entorno, a tu familia y a todo lo que te rodea esa misma negatividad.
Si eres el que más se queja en el trabajo, cuando la empresa necesita hacer recorte de personal ¿a quién crees que será el primero a quien despedirán?
Si al llegar a tu hogar lo primero que haces es vaciar sobre la mesa el costal de quejas, frustraciones y amarguras, no te extrañes cuando estés firmando el acta de divorcio.
Cuando algo no te guste, te moleste o te tenga inconforme, en vez de quejarte, piensa en la manera en que puedes mejorar la situación o corregirla.
Sí está en tus manos solucionarlo, hazlo, pero cuando la solución no está bajo tu control, recuerda que lo que sí puedes decidir es la manera en que vas a reaccionar ante esa situación.