En nuestro paso por la vida vamos dejando vestigios de nuestra hablar y actuar, algunos duraderos y otras efímeros y, nos demos cuenta o no, hay quien nos mira, nos observa, aprendemos y enseñamos constantemente y siempre vamos dejando huellas en uno mismo y en los demás.
¿Te has puesto a pensar qué huellas estas dejando en la vida?, ¿son positivas o negativas?, ¿constructivas o destructivas?, ¿buenas o malas?, ¿de enseñanza o simplemente de basura?
Sabes que todo lo que hacemos en nuestra existencia nos va llevando por un camino hacia la vereda de los activos, positivos y triunfadores o a de los pasivos, negativos y perdedores.
Existen senderos muy amplios de oropel, que deslumbran por su brillo y que atrapan a mucha gente por el camino fácil de la vida, pisoteando o matando a sus semejantes, robando, transando, engañando y burlándose de los demás.
El otro sendero es más estrecho, a veces es tan angosto que tenemos que transitarlo solos, es arduo pero seguro, en él se va aprendiendo de la vida y a la vez se va también enseñando; en ocasiones, llega alguien que ha estado cercano a ti y te dice Maestro, aunque tu creas que no le has enseñado nada no es así, él aprendió de ti observándote, siguiendo tus pasos, viendo cómo tratas a la gente, leyendo tus escritos o escuchando lo que dices.
El universo es una universidad a la cual venimos a aprender y a enseñar, pero para lograrlo hay que tener disposición, actitud, un ardiente deseo de superación y de ayudar a los demás sin importar que a veces detengamos nuestro andar para ayudar y levantar al caído.
Un nuevo camino
El maestro Jesús, el llamado Nazareno vino a dejarnos una enseñanza, un nuevo camino, no el del ojo por ojo, sino el de ama a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús… al caminar, con su energía espiritual, con su predicar y su forma de actuar iba levantando discípulos que lo seguían por el sendero, con la idea de servir a los demás con amor, no juzgaba, antes nos enseñaba, como en aquel momento en que querían apedrear a la mujer adúltera ya que así eran las costumbres de aquel entonces, él respondió “Quién esté libre de pecado que lance la primera piedra”.
Con esta frase bíblica nos mostraba un camino diferente cuyo significado es que todos tenemos algún pecado, algo que ocultar o callar, por lo que no debemos de juzgar o criticar a los demás, por algo que quizá hemos hecho nosotros también.
Esta frase debe de despertar nuestra conciencia y nuestro corazón cuando estemos ofuscados en la condena y la amargura por el pecado de los demás. Hay que recordar que existe también otra máxima que nos dice que “con la vara que midas serás medido”.
La vida o el destino algún día te juzgara
¿Cómo quieres que se te trate bien cuando tú tratas mal a los demás?, recuerda que así como tú juzgas a los demás, la vida o el destino algún día te juzgara, por eso es mejor utilizar la regla de oro que nos recomienda: “Trata a los demás como quieras ser tratado”.
De esta manera, si tú quieres que se te trate como Rey, así como reyes y reinas debes de tratar a los demás. Inténtalo y verás cómo con un saludo, un ‘con permiso’, un ‘gracias’, una palabra amable o de aliento, pueden cambiar las circunstancias en un breve momento.
Jesús, quién tenía muy clara su misión en esta vida, nos enseñó la humildad y el servicio a los demás y lo mostró con hechos cuando lavó los pies de sus discípulos, quienes extrañados no podían creer lo que su Maestro en ese momento les enseñaba.
Yo creo que la mayoría hemos escuchado aquella frase que dice: “Quien no vino a este mundo a servir entonces no sirve para vivir”, lo cual nos indica que debemos adoptar en nuestro estilo de vida el servicio a los demás. Debemos de estar atentos cuando la vida nos ponga frente a nosotros el momento de poder servir, en lugar de servirnos de los demás.
¿Qué tanto te conoces?
En la antigua Grecia existió el Templo de Delfos y en su entrada decía “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo”, ¿Qué tanto te conoces?, ¿sabes cuáles son tus debilidades y talentos?
Se dice que cada uno de nosotros vino a este mundo con algunos talentos que tenemos que descubrir, perfeccionar y ponerlo al servicio de los demás. Para algunos puede ser la música, para otros la poesía, la composición, la pintura, la oratoria, la poesía, el buen trato, etc.
Cuando descubres tus talentos y los conviertes en tu pasión y realizas lo que te gusta hacer, lo que haces dejará de ser trabajo para convertirlo en placer y ese placer llega cuando pones tu talento al servicio de los demás.
El Maestro de Maestros, Jesús nos dice que debemos de ser como niños para entrar al reino de los cielos y ¿qué es lo que hacen los niños?: tienen curiosidad, se maravillan de las cosas, aprenden a cada momento, disfrutan de un atardecer, de una puesta de sol, de jugar con la arena, de reír, de llorar, de hablar, de abrazar, de amar, no guardan rencor. ¡Volvamos a ser como niños! aunque estemos en un cuerpo más grande, recuerda que cuando eras niño, en algún momento de tu vida deseaste ser grande, ahora lo eres… disfrútalo.
Puedes encontrarte a ti mismo
Alimenta tu espíritu con el aire que respiras, con el agua bebes, con el cielo que vez, con el mar, los cerros, las montañas; disfruta de la naturaleza, de ti mismo y de los demás, no tengas miedo a quedarte un momento solo, ya que ahí es cuando puedes encontrarte a ti mismo, disfruta cada momento de tu vida, de las alegrías, así como de las tristezas, de tus momentos de cordura y de tus locuras.
No vivas sólo por vivir, no te quedes pasmado por tus problemas, no dejes que llegue el estrés ya que, si lo dejas entrar, permitirás que un enemigo no deseado entre a tu casa –tú cuerpo- y con el paso del tiempo le abrirá el mismo la puerta a muchas enfermedades.
Vive tu vida, con responsabilidad con paz en tu mente y amor en tu corazón, busca tu trascendencia dejando huella con tu conducta, pero también con lo que piensas, hablas, escribes y vives. Ora, medita, decreta, se feliz y ¡disfruta de la vida dejando huella!
