Te pasas los días rezando y esperando que llegue un milagro financiero que te saque de la pobreza, de las deudas o te quite de estar pagando renta. Y al llegar la noche, vuelves a sentirte frustrado, triste y preocupado porque nada cambió, el milagro no llegó, y tu situación económica parece estar cada día peor.
O posiblemente ya probaste todos los hechizos que encontraste en Google o usaste la receta de la comadre para atraer a tu vida prosperidad y abundancia.
Ya leíste siete veces el libro de “El Secreto” y viste todos los videos de YouTube en donde te enseñan a decretar y casi obligar al universo a cumplir todos tus deseos.
Todos esos métodos podrían servir porque se basan en reforzar tus creencias, tu fe, tu confianza. Todos o cualquiera de ellos podrían funcionar… si estuviera completo. Tienes que ponerte en acción.
¡Deja de rezar y ponte a trabajar!
La tan popular frase de “ayúdate que yo te ayudaré”, que tantas veces hemos escuchado como palabra divina, a pesar de que no aparece en ninguna parte de la biblia, en donde muchas personas nos aseguran que está escrita, tiene su punto fuerte que quizá no hemos comprendido.
En resumidas cuentas, esa frase nos dice: “Ponte en acción y obtendrás mejores resultados”. Es decir: Muévete, trabaja, prepárate, haz que suceda… No te quedes ahí sentado esperando a que llegue el milagro.
Deja de pedirle a Dios, o a quien le pidas según tus creencias, un empleo. Mejor pídele disciplina para levantarte temprano y salir a buscarlo, pídele sabiduría para tener la actitud positiva y correcta para ofrecer tu servicio, pídele confianza en ti mismo, eso que llamamos autoestima.
Agradece, reconoce tus talentos y úsalos.
Quizá estás pidiendo de manera incorrecta. Quizá estás suplicando desde la necesidad, sufriendo, angustiado y en modo drama. Esta actitud no ayuda. A nadie nos gusta escuchar todo el tiempo quejas y tragedias (creo que ni siquiera a Dios).
Es mejor empezar el día agradeciendo por la oportunidad que tienes al vivir un nuevo amanecer y reconocer todas las bendiciones que tienes. Puedes caminar, puedes hablar, sabes manejar, sabes cocinar, sabes llevar contabilidad, sabes vender, sabes pintar, sabes tocar algún instrumento… Algo, algo sabes, algo puedes, algo tienes… Sólo piensa un poco, reconoce y agradécelo.
¿Cuáles son tus talentos? ¿En qué eres bueno? ¿Qué sabes hacer aunque aún no seas un experto? Reconoce y usa tus dones… Que para eso te los dieron.