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¿Qué pedirías si te dan la oportunidad de tener un deseo? El qué tú quieras. Esa es la pregunta que tengo, me la hizo un hombrecito que salió de un anillo.

Estoy dando vueltas alrededor del cuarto que es mi hogar desde hace dos años; aún no decido que deseo pedir, dinero tal vez, pero no lo disfrutaría porque no lo he ganado, ser importante tampoco, no podría vivir esa vida. El hombrecito sentado en el pequeño mueble que está debajo de la ventana solo me mira con interés columpiando sus pies a ratos, después de una eternidad le dije a mi invitado:

Ya decidí, será un deseo en tres partes, -el hombrecito levantó la ceja- son tres cosas que están relacionadas entre sí. La primera: quiero que mi abuelo no se hubiera muerto ese día, la segunda: castigar a las personas que robaron y estafaron a mi familia y por último, quiero tener el trabajo que no pude conseguir por alguna razón.

Me puedes explicar ¿por qué pides ese deseo? dijo el hombrecito.

El primer deseo es porque mi abuelo y yo tuvimos un altercado unos días antes de morir, después de eso mi padre empezó a tomar malas decisiones y tampoco llegó a despedirse, aun me arrepiento de eso.

El segundo deseo es porque después de eso mi papá conoció a alguien que le ofreció un mejor trabajo que él aceptó. Con los días lo único que consiguió fueron peleas entre mis padres y varios problemas por la falta de dinero, hasta que le renunció a esa persona logró obtener un verdadero trabajo y estuvo en el hasta que se jubiló; después que se júbilo conoció a otra persona que le ofreció otro trabajo y levantó la fábrica donde trabajaba esta persona; le dio estabilidad a esa empresa en menos tiempo que el calculado.

Pero esta persona se llevó todo el dinero para él y no se ha dejado ver desde entonces. Esta empresa se fue a la ruina tiempo después, pero le dieron las gracias a mi papá por mantener viva la empresa más tiempo y le ofrecieron perdón por lo que les había hecho esta persona; me gustaría que todo el dolor, sufrimiento y lágrimas estén donde debían estar desde un principio, por eso mi segundo deseo.

Y el tercer deseo, pues prefiero ganarme el dinero como una persona decente con mi propio esfuerzo y tener un trabajo donde pueda desarrollarme solamente.

¿En verdad eso es lo que quieres? dijo el hombrecito -le dije que si con la cabeza-¡lo tendrás! – y desapareció; pensé que fue un sueño lo que pasó. Tomo un respiró y veo la hora, las once, que bueno que no trabajó mañana, me acosté y dormí profundamente.

El sueño fue extraño: estaba en la casa de mi abuelo, todo estaba igual cuando él vivía ahí, me acerco a la puerta de su cuarto y se abre, detrás de ella estaba mi papá -te quiere ver- me dijo, entré al cuarto y mi abuelo estaba tendido en la cama, me acerqué a él y le pedí perdón por lo del otro día, él puso su mano sobre mi cabeza y me dijo que eso pasó y que no debería sentirme mal por eso, le dije cuanto lo quería y este sonrió, cuando le toque la mano ya no se movía, había muerto con una sonrisa en su rostro, el reloj que estaba en su cuarto marcaba las dos de la tarde y el calendario estaba en marzo 10, una semana después de la fecha en que había muerto.

Desperté en ese momento:

la luz salía de la persiana, salté de la cama cuando vi que el cuarto era diferente. Era un poco más grande, estaban las cosas como las acomodo normalmente, abrí la ventana y la vista era diferente, esta daba al centro de la ciudad; ¿Qué pasó? Me pregunté, entro a la sala y varios de los muebles no eran los míos, revisé cada rincón de la casa que no era la misma que el día de ayer, en un mueble estaba la correspondencia y la leo: es mi nombre el qué está, pero ¿la dirección?

No puede ser, estoy en el departamento que había escogido por el trabajo que no pude conseguir. Entonces los muebles son los que había elegido, pero ¡si estoy soñando! reviso la mochila que me llevo a trabajar y leo la credencial. Soy yo y trabajo en ese lugar y fui promovido a jefe de área, salgo a recoger el periódico y me saluda un vecino, me entero por él que estuve enfermo el viernes y que me veía mejor, le di las gracias y volví a entrar.

Me hice un té, encontré un diario que escribí y la última nota era del jueves y la primera de hace cuatro años, todo se parece a mi vida excepto por detalles, como que mi papá se jubiló de la fábrica donde trabajó tantos años; entonces nunca renunció.

Abrí el periódico para leer la fecha y era el día sábado, en el diario hablo de lo bien que me ha ido en el trabajo, mis compañeros, entre otras cosas y nunca menciona ni el robo ni la estafa que nos hicieron.

¿Qué pudo pasar con ellos? Como respondiendo a mi pregunta leo en el periódico de la captura de un fugitivo acusado de robo que estaba huyendo desde hace años y veo la foto, ¡era él! no lo puedo creer; si él pasó esos años huyendo, nunca disfrutó de lo que robó.

Dice el artículo que sufría de paranoia. Pobre, aunque me alegra la noticia siento lástima por él; salí en la tarde a dar una vuelta, no entiendo bien pero estaba viviendo otra vida yo diría mejor que la otra, fui a mi trabajo y el vigilante que siempre me saludaba no me reconoció, preguntó por el puesto que tenía y me dice que ese puesto está vacante desde hace meses.

También fui a mi casa donde empezó esto antes de mi deseo y estaba desocupada. Entre a ella para verla como alguien que busca casa, la veo y era el lugar donde vivía hasta la noche anterior; la reviso detalladamente, aun no tenía los arreglos que le había hecho, antes de irme le digo a la encargada los defectos que «encontré» para que se pudiera rentar más rápido.

Salí con dirección a la casa, pero llegué a un parque y me senté en una banca vacía a observar a las palomas beber agua de la fuente. Se me acercó un muchacho para darle «bola» a mis zapatos; mientras los limpiaba lo observé bien -¿no te había visto antes?- le pregunté, con la cabeza me dice que no, luego recuerdo porque lo conocía, era el hijo de la persona que había estafado a mi papá pero varios años mayor -¿y tú papá?- le pregunté, él me contesta con un tono de disgusto, que estaba en la cárcel, luego de unos minutos de platicar en lo que me lustraba los zapatos logre que me contara su vida:

Su padre vivía del trabajo de otras personas que él contrataba, cobrando todo el salario y dándole migajas que él quería darle sin especificarle cuando era su salario con la excusa que era su comisión por conseguirle el trabajo, luego cuando la persona se cansaba del trato por las largas jornadas de trabajo y la paga cada vez menor se iba, él se quedaba con toda la liquidación llamando “ingratos” a esas personas. Un domingo iban toda la familia a ver a la nueva víctima y chocó con otro carro, la discusión que siguió al accidente fue tan grande que terminaron en la delegación, después de solucionar lo del accidente uno que trabaja ahí reconoció a su papá y buscó un expediente donde había varias acusaciones y una investigación en su contra.

La última vez que lo vio lo estaban sujetando cuatro policías,

después de eso todos los bienes fueron embargados, apenas tenían para vivir; lo último que supo de él fue que encontró a varios «ingratos» en la cárcel, tanto presos como guardias que le recuerdan todos los días cada lágrima que él provocó, cada migaja que él les arrojaba; por eso me cuenta que vive arrepentido cada vez que recuerda cada comida, cada viaje que hacían sin saber que ese dinero era fruto del trabajo de otra persona, por eso cada moneda que gana lo enorgullece, porque él la gana con su esfuerzo y no se la quitó a nadie.

Me despedí de él y me quedé pensando ese día que tuvo el accidente que terminó en su arresto era el día que desayunamos con él e iniciaba todo el sufrimiento de mi familia. Siento lástima por ellos, pero me da gusto que están aprendiendo a ganarse el pan con el sudor de su frente de una manera honrada.

Era ya de noche cuando regresé, empecé a meditar todo lo que me pasó este día después de mi deseo, si esta vida es la debí tener o sólo es un sueño.

-¿Te gustó?- escuche a mis espaldas; el hombrecito estaba sentado sobre un mueble cerca de la puerta de la recamara como si nada hubiera pasado.

Te pregunto ¿te gustó lo que me pediste?-me volvió a decir- le contesté que sí, que fue mejor, que así debió ser -él sólo me miraba- le conté todo lo que me pasó y las reflexiones que tuve; luego el hombrecito aplaude y me dice has vivido la vida que supuestamente tu debiste tener, tu familia ha sido feliz a costa de otras que no lo fueron, otros tienen un castigo tal vez peor que el que tuvieron en la otra vida; esas palabras no se me habían ocurrido.

El hombrecito se puso de pie sobre el mueble y dijo: «Ahora te pregunto ¿estás dispuesto a quedarte en esta vida? o ¿prefieres volver a tu vida anterior?

La niña de la hacienda (parte 2: "los niños")
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