Supongo que parte debí advertirte que me enojo con facilidad, que muchas veces me gana la impulsividad y no me detengo a pensar antes de actuar. Supongo que en ese escrito que te leí aquella madrugada de abril, debí incluir mi tendencia a sabotear las cosas cuando siento que todo marcha demasiado bien.
No es mi intención herir a los demás, pero muchas veces puede más ese lado perverso que me llama al caos. No es tu culpa que yo no esté bien, que esté medio loca y medio rota, que sufra mis penas en silencio, procurando no molestar ni preocupar a quienes quiero. Debí advertirte que mis versos al reverso solo muestran mis ganas de matarme.
Debí advertirte que a veces mi orgullo puede más que mi amor, que me enojo y rompo a llorar cuando las cosas no salen como lo planeo.
No me gusta que me queden mal, soy una maniaca del control y necesito sentir que controlo el caos que es mi vida, pero tú entras a ella y haces un desorden. Y me vuelves loca, me haces querer matarte cuando no llegas a la hora que dices o cuando cambias los planes. Te lo repito, odio sentir que no tengo el control.
Eres tan tonto que no te has dado cuenta de que me tienes, que simplemente quiero estar contigo, aunque estés medio roto. Tú debiste advertirme que ibas a entrar a mi vida y que no te querría dejar ir, no estaba preparada para este hermoso desorden que pones en mi vida. No estoy preparada para dejarte ir tan pronto.
Te quiero ver logrando tus sueños conmigo a tu lado, quiero que me veas cumplir mis metas y que celebremos juntos nuestros aciertos que encontraremos en el caos que forma nuestro amor.
Quiero que estés a mi lado, que me abraces y que me digas que todo estará bien, aunque no sea verdad, porque mi mundo se ilumina cuando estás conmigo, no quiero dejarte ir. Debí advertirte muchas cosas, pero no quería verte partir.
