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Recientemente ha causado un gran revuelo en las redes sociales la presencia de una encantadora señora llamada Doña Ángela, mujer sencilla y humilde, dedicada a su hogar. Reside en un pequeño pueblo del estado de Michoacán, en México. Junto con su marido radica en un rancho en que cultiva sus propios vegetales y cría gallinas.

Doña Ángela fue convencida por una de sus hijas para permitirle que la grabara cocinando, su hija abrió una cuenta de YouTube y subió la primer receta en video el 17 de agosto pasado; el impacto en las redes fue inesperado: ese encanto de señora se dirige a la cámara con una naturalidad como si la tuviéramos frente a nosotros en carne y hueso diciéndonos cómo curar las ollas de barro, cómo preparar el café de olla o el mole de rancho, etc.

Es tanto el carisma de Doña Ángela que a seis semanas y con 13 videos compartidos, cuenta con mas de 10 millones de visitas a su canal y 547 mil suscriptores. En “De mi rancho a tu cocina” Doña Ángela comparte las recetas que seguramente aprendió de su madre y de su abuela, los videos, aunque muy bien filmados, no cuentan con una producción profesional, no hay nada en ellos que sea impostado o falso, se trata sólo de una hija que está grabando con su celular a su mamá mientras ésta cocina.

Las recetas, aunque se perciben exquisitas por la combinación de los ingredientes, son sencillas y al final de la historia no son tan extraordinarias, entonces ¿por qué el boom? Por qué la popularidad? ¿A qué se debe que sin tanta parafernalia su programa haya impactado de tal manera a los internautas?

El secreto está en que no hay secreto alguno y si algunos de sus seguidores le quieren llamar hiper realidad o poner cualquier otra etiqueta eso es lo de menos. Lo notorio es la respuesta en general que nos viene a señalar la necesidad que tenemos todos de sentirnos identificados con lo auténtico.

Ese es el éxito de Doña Ángela, ser auténtica y así la percibimos quienes seguimos sus videos, de mirada amable con una sonrisa de inocencia, con su impecable peinado y su mandil, nos hace recorrer con ella su rancho para cortar unas pencas de nopal, o unas calabazas, checar la maduración de los elotes o de las habas, hasta la acompañamos a darle de comer a sus gallinas.

Con esa autenticidad, ella no nos dicta tutoriales de cocina, simplemente cocina ante nosotros y nos antoja sus platillos, todos sencillos como sencillo es el lugar en que cocina, un gran fogón de leña con un comal redondo, al lado de éste una pequeña mesa con el metate, el molcajete y la tabla de picar, el único electrodoméstico que utiliza es la licuadora, en cuanto a los insumos en su cocina constan de algunas ollas de barro y de peltre, cucharas también peltre y de madera, y un cuchillo, eso es todo.

La presencia de Doña Ángela en las redes viene a representar una sacudida emocional para muchos, nos hace reflexionar en la forma tan absurda que la vida moderna nos lleva a complicarnos la existencia, nos abre los ojos a la realidad de que no necesitamos del exceso de cosas materiales que nos rodean no sólo dentro de nuestras cocinas, sino en nuestra vida en general.

Nos encontramos con que para cocinar en casa necesitamos de la procesadora de alimentos, del cuchillo eléctrico, de la olla exprés o de la de cocimiento lento y como 10 tipos de sártenes y ollas, cubiertos que requieren un cajón o dos de la cocina, cuchillos de diferentes tamaños y formas y ya no hablemos de los condimentos que utilizamos, que si el consome en polvo o el cremor tártaro, que si la fécula de maíz o el pimentón en polvo, un mundo de cosas que realmente no necesitamos.

Esa es la lección que Doña Ángela, sin saberlo, nos da, de su rancho a nuestra conciencia, nos despierta esa añoranza por lo más profundo de nuestras raíces, por lo más auténtico de nosotros mismos, por volver a ser lo que siempre fuimos y que olvidamos, por tomar estrictamente lo que necesitamos de nuestra madre tierra y conservar nuestro entorno con respeto.

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