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Fifis y chairos, comunistas y neoliberales; la marcha que con el hashtag #AMLORENUNCIA se llevó a cabo en varios estados de nuestro país el sábado 5 de mayo pasado, se antoja desde el ánimo de confrontación que impera en redes sociales, con un título que lleve esos adjetivos arriba mencionados, cuando realmente lo que se desnudó en ella fue mucho más importante desde una mirada imparcial y que intente ser lúcida.
Imposible pasar por alto, sea cual sea la opinión del hacer del actual gobierno federal, que hay temas que son cuestionables, decisiones que no han sido acertadas, así como también un número importante de aciertos.; uno de ellos precisamente el que, como nunca en la historia de México, las marchas que se oponen a las políticas del ejecutivo federal son respetadas y además aplaudidas desde la voz del propio mandatario.
Andrés Manuel López Obrador lo dejó claro en su conferencia matutina del lunes; «Tienen todo nuestro respeto -dijo el Presidente- es más, yo les pediría que sigan manifestándose». Y esa declaración habla de algo que, guste o no, es un acierto que también existe hacia la libertad de expresión que ha promovido el actual gobierno federal en los hechos, por más que se pretenda negarlo.
De una incongruencia descomunal, diría este servidor, los argumentos de un número importante de quienes marcharon cuando afirmaron que AMLO es un comunista, un dictador que además pretende covertirnos en Venezuela, y señalar como descerebrados a quienes votaron por Andrés Manuel López Obrador, así como también las expresiones de un muy alto porcentaje de seguidores del Presidente de México que denostaron a los marchistas con adjetivos y vituperios fuera de lugar, como derechairos, ternuritas, prianistas y una serie de «linduras» propias de quienes eligen el insulto y la violencia a falta de argumentos de fondo.

Imagen: Unomásuno

Pero lo más ridículo -y falto de dignidad y congruencia- es que algunos de quienes marcharon son los mismos que cuando gobernaron o fueron parte activa de los gobiernos priistas y panistas se hayan presentado como forjadores que encabezaban la marcha con el interés del bien de México, cuando en su momento ni lo defendieron, ni trabajaron en su beneficio; ahí pudimos ver a Vicente Fox Quezada, ex Presidente, quien en su gestión hizo cualquier cosa, menos promover la libertad de prensa (quien además se enriqueció presuntamente de manera ilícita e incluso fue parte del problema del huachicoleo, además de que tras su sexenio nunca se pronunció sobre asuntos como el ABC y otros temas muy graves de seguridad de nuestro país durante los sexenios de Felipe Calderon Hinojosa) y mucho menos marchó para exigir cambios y justicia.
Lo de Fox es el cinismo de un ex mandatario federal que hoy teme porque sabe que debe; no marchó porque le interese el bienestar de México, como no le interesó en su sexenio, y ahí desnudo su absoluta incongruencia.
Valioso será polemizar sobre esa marcha, y si se es inteligente y se apunta a un análisis desde la lucidez, apartarnos de nuestras filias o fobias para señalar los aciertos y desaciertos de quienes marcharon y de una oposición que permanece desarticulada y falta de profundidad, porque nunca pensó que le tocaría serlo, acomodada en su idea de que eran inamovibles.
Hoy que les toca ser críticos no lo son; nuevamente son los ciudadanos, y me refiero a un buen número de los que marcharon, quienes les dieron cátedra, porque estemos o no de acuerdo con sus reclamos algunos sencillamente se expresaron desde su sentir, exigiendo cambios, quizá desde argumentos endebles para algunos -entre los que me incluyo- pero justos y entendibles.
A México le hacen falta mayores argumentos desde la oposición, mejores tomas de decisiones desde la clase política y mayor lucidez en un sector social, que continúa funcionando desde la lógica y formas que impone el sector público, sobre todo el que hasta antes de la elección presidencial pasada ejercía su poder para dictarnos cómo, cuándo y dónde actuar, porque desgraciadamente seguimos marchando como ese sector nos índica, y guste o no, en la actual administración no se ha frenado ni intentado denostar desde la voz del actual Presidente la expresión de ciudadanos inconformes, muchos de los cuales, sí señalaron y vituperaron las marchas de la oposición en tiempos en que el PRI y el PAN fueron gobierno.
En resumen: sana la marcha, justo que se expresen quienes lo requieran, plausible que hoy se dé sin descalificaciones desde la voz principal del poder ejecutivo, y de una claridad contundente del la incongruencia cómo operan hoy quienes ayer callaron, desde el ejercicio del poder, o desde el sector social, cuando anteriores administraciones desbarataron la seguridad, la paz y la tranquilidad de nuestro país.

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