Te escribo estas líneas por que se que pronto me voy a morir, no te molestes, no es un chantaje para hacer que vuelvas a tu cuarto rosa con mástil de princesa, te lo digo por que lo sé, lo saben todos, los vecinos evitan verme, desde hace días los perros ya ni me ladran y ni las moscas se paran cerca de mí, tuve que preguntarle a tu padrino si sigo vivo, no me contesta el muy rencoroso por lo que asumo que aquí sigo.
Hoy no se como llegué aquí, no te enojes, estoy en el carro afuera del portón, desde hace cuatro días no encuentro las llaves y la de a lado ya no me deja saltarme desde que le grité un poco, no se en realidad para que entrar a esa tu casa si ya nada es mío más que la raquítica tasca.
Ya se que me voy a morir, lo escucho cada que camino y respiro, pero no quiero irme sin escribirte y decirte que me apena no acordarme bien de ti ni de tu madre, pero si te sirve de consuelo, me encontré las fotos de tu vida y las pegué en la puerta para al menos verte a mi salida.
Pensé mucho en escribirte estas líneas de despedida, seguro estás esperando una disculpa y la verdad no puedo dártela, no puedo mentirme, soy muy afortunado desde que no me acuerdo del día ni del año, desde que dejé de ser el ingeniero, el que tenía que escuchar reclamos y peticiones, ¿cómo no ser dichoso? Si ya no me taladra el alma con los rezos de tu madre, ya no tengo que asistir a las eternas charlas de tu escuela y ya no tengo que fingir que extraño a alguien o que me da gusto verlo en todas las fiestas.
Soy muy feliz desde que la gente me huye, me encanta que solo me visita el jardinero y Don Rojo solo por que saben que aquí siempre encuentran un trago, disfruto ya no entender sus conversaciones y me encanta que el sueño me agarra de golpe en la banqueta. Ya no te digo que voy a intentar cambiar, ya perdí la cuenta de todas las pláticas, las clínicas, los remedios caseros y todas las peroratas tuyas y de tu madre, yo soy así y lo disfruto, ojalá que por tu bien pronto lo aceptes.
Espero que encuentres consuelo en estas líneas y que no vayas a llorar como todas las veces, te deseo que te perdones los golpes y burlas, espero que no te juzgues por las veces que no pude salvarte, ya estas lo suficientemente grande para saber que los príncipes no existen y yo disto mucho de serlo, no te arrepientas de todo lo que me gritaste, lo dijiste de corazón y mira, se cumplió tu deseo voy a morirme, falta poco.
Cierro esta carta diciéndote que no me arrepiento de mi idilio con el vaso que soy muy feliz con no tener memoria, que me gusta que hayas encontrado a un hombre que no se me parece, alabo que reniegues de las suplicas celestiales y, sobre todo, expreso mi felicidad al saber que ya me voy a morir y que la copa y tu cara se van conmigo.
Hermoso, fuerte, real. Felicidades!