[Relato finalista en el Premio Ariadna de Poesía 2022]
Aún duermo de mi lado de la cama: ese costado frío desde donde el vertiginoso acantilado de tu ausencia contemplo asolado la devastación que dejaste. Sólo que no me atrevo a ir ahí, al territorio yermo y desolado de tus tierras mustias. Un baldío tan llano como el camposanto de anhelos que en mi pecho provocas, suscitas; donde el campo se marchita por el febril deseo por tenerte; por poseerte; por dejar a un lado la amargura de un olvido esquivo… acechante.
Ahí donde todo es exiguo y el agua no quita la sed que me provocas, ni las flores perfuman el aire con el tierno aroma que tras tu estela dejaste. Donde mi voracidad aumenta insaciable y repentina por contemplarte, conforme el latir del corazón se va extinguiendo lentamente entre el contundente silencio y la sinuosidad inasequible de tu piel abrasante. Desde el precipicio de tus ojos en el que apenas me sujeto trepidante, como una lágrima que de pronto se vuelve tímida y tiritante.
Y todavía pronuncio tu nombre en un balbuceo sordo, casi susurrante. Uno que atraviesa tu indiferencia desgarradora y cortante. ¡Que a nadie siquiera importa! Que más de una vez lamento, sollozante, envuelto en el silencio al evocarte para continuar poseyendo aunque sea de ti lo más pequeño e insignificante: la esperanza de un día volver a besarte; volver a acariciarte; regresar sobre mis pasos hasta, de nuevo y con un poco de suerte, jubiloso volver a abrazarte.
Y estirarme, al fin, lo suficiente para sortear el febril recuerdo que representa tu ausencia. Para despertar nuevamente el fulgor que es, a mi lado, sentirte lozana, palpitante. Cada noche, cada día y cada maldita hora que irreparablemente perece desde que me abandonaste; desde que me lacero tras de ti persiguiendo en el aire la dulce y etérea reminiscencia que suspendida dejaste. Sí, cuando te fuiste. Cuando la vida se hizo añicos en este sueño al que, por siempre, perteneciste.
Excelente lectura
Muy buen texto, como siempre 😃
😍😍😍